MARTA ROPERO GONZÁLEZ | FOTOGRAFIA Y VIDEO: MARTA ROPERO GONZALEZ |
«He llegado a recibir llamadas accidentales de alumnos a las 4:30 de la mañana» explica entre risas Antonio Álamo, en una de las docenas de anédoctas que cuenta. Palentino de nacimiento, estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y, entre sus muchos logros, se apunta el de profesor de la Universidad de Valladolid. Siempre comprometido al cien por cien con sus alumnos, ganó en el 2008 el Premio Miguel Delibes con su artículo «Corazón de oro». Humildad, simpatía y esfuerzo son tres adjetivos que resaltan en Antonio Álamo.
Pregunta: ¿Cómo te sentiste al ganar el Premio Miguel Delibes? ¿Te lo esperabas o resultó una sorpresa?
Respuesta: Fue una especie de accidente laboral. Pasaba por un mal momento y decidí lanzarme y presentarme; no fue una sorpresa. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que la vida es algo más que un premio: te presentas y si ganas bien, pero si no, también. Hay que quitarles valor a estas cosas porque claro está que ganar es algo positivo, pero tenemos que darles importancia a las cosas que verdaderamente la tienen.
P: ¿Por qué te inspiraste en el vídeo musical de Neil Young «Heart of gold» para crear tu artículo «Corazón de Oro», con el que ganaste el premio?
R: Con esa canción aprendí a tocar la guitarra y la armónica. Siempre ha sido una canción que me ha gustado mucho. Ese artículo fue un capricho que me di yo, y decidí escribirlo sobre un tema que realmente me gustase y, como he dicho, esa canción me trae buenos recuerdos; así que la elegí por eso. Además, también pensaba que el tema podría venir muy bien para la asignatura de Redacción en la universidad.
P: ¿Te resultó difícil compaginar el trabajo de jefe de redacción de dirección de comunicación de la Junta con el de impartir clases en la Universidad de Valladolid?
R: No, para nada. De la junta salía a las 3 y a la universidad entraba a las 4; lo que hacía era escaparme de la junta 10 minutos antes, me cogía medio sándwich y me lo comía en el autobús. El único inconveniente que podía haber era que me suponía algo de cansancio físico, por eso prefería ir en bus que ir en coche. Las clases terminaban a las 10 y llegaba a casa sobre las 11, cenaba y respondía correos de alumnos. No me resultó difícil, estaba muy a gusto, ya que tuve la suerte de tener unos buenos alumnos.
P: ¿Qué tipo de formación cultural consideras que debe tener un periodista?
R: La cultural es una formación humanística. Un periodista tiene que tener un bagaje muy amplio que se coge tanto dentro como fuera de la universidad. Debe saber de todo sobre todo: temas relacionados con la historia o cultura general, lo otro son más bien hobbies que otra cosa. Se necesita: seriedad, discreción y una formación humanística muy grande.
P: ¿Crees que el impacto de las redes sociales ha afectado en la última década a la escritura española? ¿Puedes darnos tu opinión sobre el sonado leísmo y laísmo vallisoletano?
R: Sí, creo que ha tenido un gran impacto en la forma de pensar y en la forma de escribir. Hay muchos más vulgarismos y el léxico se reduce a la mínima expresión. La gente dice cuatro cosas y se olvida que tenemos una lengua que nos permite decir las cosas de muchas maneras y eso en Twitter es difícil de encontrar, ya que es todo un golpe de vista, cuenta más la imagen que las palabras en sí. Estamos haciendo una sociedad de imbéciles si la gente se expresa únicamente con un golpe de vista. Está dejando de lado la capacidad de reflexión del ser humano: no todo tiene que ser negro o blanco, hay que entender lo que hay detrás y pensar. Y eso las redes sociales no lo tienen. Tienen muchas ventajas y utilidades, pero también muchos inconvenientes. En cuanto al leísmo y laísmo, siempre es un tema que he hablado con una compañera y profesora de la facultad: es un problema que tengo yo también y que siempre he intentado corregir, pero no afecta solo a la provincia de Valladolid, sino a casi toda Castilla y León, aunque en menor medida.
P: ¿Qué es lo que más le ha gustado durante sus años de docencia en la UVa?
R: Los alumnos que tuve. Me quedo con las caras de los alumnos, los trabajos y los correos que me enviaban. También tengo que decir que mi entrada como profesor a la UVa fue otro accidente laboral, ya que les falló un profesor y me mandaron un correo que afortunadamente abrí, pero repito que me quedo con los alumnos. Son muchas horas. Tú ya eres un «puñetero abuelo» y los ves cómo llegan, cuándo se gradúan, los correos a las 3 de la mañana, etc. Yo creo que algunos de los recuerdos más agradables que me he podido llevar me los han dado ellos, mis alumnos.
P: ¿Cuál sería el momento de tu vida del que te sientes más orgulloso?
R: El trabajo de cada día. Cuando acabas un artículo y piensas «por fin lo he acabado, me voy a casa». Al fin y al cabo es lo que te llena, lo demás son anécdotas y accidentes laborales. Vuelvo a repetir que hay que valorar las cosas que de verdad importan.
Antonio Álamo es un tío muy grande. Me rompí un brazo en primero de Periodismo, y no solo me cambió la fecha del exámen, sino que me llamó en varias ocasiones interesándose por mi salud. Junto a Carmen Herrero quizás los mejores profesores que ha tenido Periodismo en su primera década en Filosofía y Letras. Los consejos de Antonio han guiado en muchas ocasiones mi vida personal y laboral. Aún recuerdo uno muy mítico: «En esta profesión tienes que ser un «putas», hablar poco y tener las orejas siempre abiertas». Me vino bien en mi trabajo en el Gabinete de La Nucía. ¡Grande por siempre Antonio Álamo!
Pd: «Si nosotros no cuidamos nuestra profesión, después no nos quejemos de que no sea valorada». Corazón de Oro, el de Antonio.
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