MANUEL DE LA FUENTE  |  Fuente: ilustración de manuelsart / SECS  |  

El catedrático y profesor de Historia y Filosofía de la ciencia en el departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la ciencia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED charla sobre la actualidad de la profesión docente y los cambios que ya están sucediendo en las Universidades Españolas. Además de hablar sobre la búsqueda y defensa de la verdad que debe abanderar el periodista.

¿Cual es su relación con el periodismo unido con su actual investigación?

La razón por la cual yo tengo esa conexión con el periodismo es a través de la divulgación científica. En el departamento que estoy yo, Lógica, Historia y Filosofía de la ciencia, desde hace aproximadamente una década tenemos un título propio de Periodismo y Comunicación científica que básicamente lo que pretende es formar una perspectiva interdisciplinar a divulgadores. Nuestro socio periodista en este proyecto es Carlos Elías, Catedrático de Periodismo Científico de la Universidad Carlos III, ha sido su inspirador desde el principio. Entre las muchas iniciativas que desarrollamos juntos, la última es un proyecto de investigación sobre contraconocimiento, noticias falsas y bulos.

En realidad yo en esto soy neófito, es decir, soy una persona que tiene relación con periodistas desde hace mucho tiempo, pero no he reflexionado en profundidad sobre el oficio hasta hace muy poco. Pero me temo que eso nos está pasando a muchos.

Las materias de Filosofía y Periodismo unidas, ¿sería necesario en el grado de periodismo un cuatrimestre lectivo con la materia de filosofía?

Por interés gremial cualquier filósofo te va responder que sí, que hay que enseñar mucha filosofía a los estudiantes de periodismo. Pero yo en la realidad no quisiera dar esa respuesta. Porque una de las ventajas que tiene nuestro mundo de hoy es la que todo el mundo puede informarse y estudiar aquello que le interese a través de múltiples canales. No todos ellos necesariamente regulados. Si realmente fuera una urgencia para los estudiantes de periodismo estudiar filosofía, tienen un montón de cursos en abierto en los que podrían formarse.

La pregunta sería más bien, cuántos estudiantes de periodismo sienten la necesidad de filosofar. Nosotros tenemos unos cuantos que se matriculan en la UNED, por razones muy distintas, pero no estoy seguro que se pueda dar una respuesta general. A la mayoría de los periodistas supongo que la filosofía les da igual. Que haya que proponer una reforma del  plan de estudios simplemente porque aparezcan ahora problemas como las fake news. Problemas como este el periodismo los ha tenido siempre y no creo que la filosofía les haya dado, hasta ahora la respuesta.

`Diríamos que los periodistas estaban acostumbrados al relativismo, a aceptar que existen distintos punto de vista sobre la noticia y debían contrastarlos y conciliarlos´. David Teira.

En la conferencia y debate que ofreció  en la UVa dentro del `Coloquio: Fake news, postverdad, derechos y política‘ se trató la divulgación de las fake news en los medios de comunicación, ¿Cómo puede el periodista abanderar los dos derechos fundamentales: el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la información veraz?

Hoy los periodistas se están enfrentando a dilemas filosóficos absolutamente nuevos. Si no quieren matricularse en filosofía, debieran animarse al menos a leerse un par de libros al respecto. El dilema filosófico que surgió en el debate es el de la objetividad. Si la objetividad existe o no existe. Diríamos que los periodistas estaban acostumbrados al relativismo, a aceptar que existen distintos punto de vista sobre la noticia y debían contrastarlos y conciliarlos.

Pero en la práctica ese dilema de la objetividad era el dilema de encontrarse con gente, entrevistados, sujetos de la noticia, que creían cosas diversas sobre el mundo y estaban convencidos sinceramente de que decían la verdad. Al periodista le tocaba discriminar quién era más veraz. Hoy el problema que se están encontrando los periodistas es que el número de versiones se ha multiplicado y complicado tan extraordinariamente que un periodista aislado se ve desbordado para contrastarlas. No es una cuestión de relativismo, que hasta ahora era manejable, sino de cantidad. El problema no es que haya mentiras, sino que son demasiadas, muchas más que antes.

David Teira. / Fuente: Seminario de Epistemología de las Ciencias de la Salud

Las fake news, en todos los ámbitos de la información que un periodista maneja, ¿cómo debe combatirlas para ganar la batalla de la veracidad?

El periodista antes se enfrentaba a muchas mentiras sobre un fondo de verdad. Ahora el periodista se enfrenta más bien a múltiples mentiras, sin que sepa a donde debe mirar para eliminarlas. Hay dos estrategias fundamentales para enfrentarse a las falsas noticias, una es fijarse en el contenido de la noticia y otra fijarse en la forma en la que se difunden.

En el contenido tiene que ver con la verificación, tratar de encontrar fórmulas de poder autentificar o verificar si una noticia es verdadera o falsa. En la forma es si te fijas en quién la emite, quién es la fuente, cómo se difunde, y si esos canales son fiables o no.  Pero el problema, en ambos casos, es de cantidad. La cantidad de contenidos falsos es tal, y son tan diversas las formas en las que se difunden que ya no es obvio que los procedimientos de verificación clásicos funcionen.

Es algo que discutimos en la conferencia del día 21, a propósito de agentes de verificación como Newtral, tenemos a equipos relativamente pequeños de individuos que seleccionan noticias independientes, y verifican una por una. Aunque sean importantes, la cuantía de noticias verificadas es limitada, incluso frente a monstruos tipo Facebook que tienen equipos inmensos de gente intentando hacer esta misma tarea de comunicación, uno a uno, para verse constantemente desbordados.

`Ahora el periodista se enfrenta más bien a múltiples mentiras, sin que sepa a donde debe mirar para eliminarlas´. David Teira.

De ahí que se pretenda que esas tareas de verificación y de control se automaticen. Ya no está claro que el periodista haya de ser quien realice la verificación. Empieza a ocurrir en el periodismo lo que se está viendo en algunas áreas de la ciencia: aparecen curadores para etiquetar y clasificar la evidencia. En periodismo es el tipo que está vigilando cómo funciona el algoritmo, y viendo si da falsos positivos o da falsos negativos, tratando de afinarlo. No es una tarea como la que hasta ahora el periodista desempeñaba en primer plano haciendo él la verificación.

La cantidad es tal que pasa a ese papel de vigilancia. Un territorio inexplorado, porque esto era la típica cosa que hacía antes el periodista que manejaba los archivos de una redacción, clasificaba las noticias, las indexaba, intentaba ver como proveerlas a la redacción. Este tipo de función curatorial pasa ahora al primer plano.

El periodista en muchas ocasiones da veracidad en su argumentación y como fuente, a un supuesto marchamo científico u oficial y no se cuestiona desde un punto de vista crítico si es verdad, pero en la actualidad con un sistema de trabajo con falta de tiempo para escribir e investigar, afrontar ese arduo trabajo de profundizar en una materia y tener todo ese conocimiento que el experto a tardado años en adquirir ¿cómo puede el profesional comprobar si se miente o no?

Es dudoso que un periodista por sí solo pueda enfrentarse a las agencias de comunicación que hay detrás de muchas noticias falsas. Supongamos que los servicios de inteligencia de una potencia mundial están intentando difundir noticias falsas. Es muy difícil enfrentarte a una agencia estatal tan poderosa de un modo individual. Hay una asimetría insuperable entre periodistas y servicios secretos. Por otro lado, el segundo problema es que los conflictos de intereses han proliferado y ya no hay tantas fuentes fiables a las que acudir. Antes podrías pensar que un profesor universitario era un funcionario del estado imparcial y desinteresado, cuando hoy tenemos científicos compitiendo por ingresos, atención y publicidad. Algo que complica aún más el panorama. 

Entonces, ¿todo es mentira y la verdad no existe?

No hay que ser tan pesimista. La digitalización nos han traído también otras formas de verificación, colectivos ciudadanos de verificadores tipo Provenance, como una tercera fórmula donde tienes a mas usuarios que están haciendo tareas que suponen una cierta inteligencia colectiva. Como es la edición de la wikipedia, la verificación colectiva de noticias a través de agencias como Provenance que hablaba en el debate. Aparecen nuevos retos pero también nuevas fórmulas de enfrentarlo, y nuevas oportunidades. Pero estos nuevos retos ponen un poco en cuestión el propio concepto del oficio periodístico, porque el periodismo ciudadano es en el fondo una forma de amateurismo. No es una profesión, oficio reglado con una nóminas, responsabilidades y derechos. 

`En el periodismo el problema es que la abundancia de contenidos es tan salvaje que la única forma de enfrentarse parece ser la automatización´. David Teira.

Con esta intrusión, ¿qué le pasa o le puede pasar al periodismo?

En realidad lo que le está pasando al periodismo, es lo que le está pasando a otros muchos oficios que se están viendo afectados por la digitalización. Es decir, pasó en la música, al mundo audiovisual, que le va a pasar dentro de poco en la enseñanza: nuestros viejos modelos económicos se han quedado obsoletos. Ante semejante cambio de formato, no sabemos si la profesión va a morir o se va a reinventar. En esa reinvención no está claro que será lo que el público podrá estar dispuesto a pagar. Por ejemplo, yo grabo un curso, y una vez que el curso queda grabado ya no hay necesidad de que yo vuelva a impartirlo otra vez, imagina la reducción de costes que supone eso.

En un mundo en el cual la gente quiere su contenido en el móvil, ya no es obvio que los estudiantes sigan queriendo ir a clase. Hubo una época en la que no había alternativa, ya no. En la UNED ves a la gente siguiendo sus contenidos a través del móvil, no trabaja delante de un ordenador ante una pantalla. Y en el móvil el profesor compite contra muchas fuentes de entretenimiento. Los periodistas no son los únicos que van a tener problemas.

¿Cual es el papel del periodista en un mundo en el que se ofrece tanta información?

En el periodismo el problema es que la abundancia de contenidos es tan salvaje que la única forma de enfrentarse parece ser la automatización, con la que tienes la verificación de datos y el control de la información tiene que hacerse a través de algoritmos. Carlos Elías, mi co-investigador principal del proyecto sobre contraconocimiento, tiene un libro que se llama `El selfie de Galileo´, sobre cómo los algoritmos están transformando a nuestra sociedad digital en este mismo sentido, allí tenéis todas las respuestas.

David Teira. / Fuente: Seminario de Epistemología de las Ciencias de la Salud

En la investigación actual que dirige Filosofía y Periodismo de Comunicación científica, ¿desde que punto de vista trata el periodismo?

Carlos Elías, sostiene muy a menudo que el oficio de periodista y el oficio de científico se parecen en el sentido de que a ambos les importa la verdad. Lo que está sucediendo por una parte al aumentar el nivel de educación del público que sigue los medios de comunicación, la forma de comunicar la noticias se está volviendo más científica. Pensemos todo lo que está pasando con el periodismo de datos.

Una de las grandes revoluciones de la prensa en papel de los últimos años ha sido incorporar a gente como Kiko Llaneras, es un ingeniero que hace análisis de datos y tiene a un equipo de visualizadores como Daniele Grasso que te dan información gráficamente con un nivel de resolución que antes solo se ve en artículos científicos. Técnicas que hasta ahora eran propias de la comunicación científica empiezan a ser accesibles a la prensa convencional, porque el público está acostumbrado a interpretar las cosas así. Un ejemplo de cómo la comunicación científica va reestructurando el periodismo y elevando en algún sentido su nivel.

¿La ciencia también se aprovecha del periodismo?, ¿el científico también utiliza a la prensa?

El científico también hace un esfuerzo muy amplio de comunicación y quiere contar con la prensa. De tal forma que muchos universitarios científicos lo que hacen es intentar elaborar un pequeño dossier de prensa con sus resultados que pueden ser comunicados a los medios. Es decir, los científicos están compitiendo por la atención del público en los medios. Con lo cual están ellos mismos reformateando su investigación para que sea accesible para un público amplio.

Este tipo de transformación en el contexto de la lucha contra las noticias falsas, tiene aspectos muy interesantes, porque en la medida que la lectura de prensa se convierta en una operación más sofisticada también será posible incorporar algoritmos de validación como estuvimos discutiendo el otro día en la mesa del debate. Es decir, el público entiende que si hace click sobre un botón puede acceder a una base de datos donde le diga si esa noticia ha sido difundida en medios serios o en medios no fiables.

Hace que la lectura de prensa sea una operación más compleja, pero al mismo tiempo está sucediendo que también se da polarización hacia el otro lado, medios donde el nivel de control sobre la información y de la calidad de los contenidos es muy baja, el público no tiene recursos para verificarla y las mentiras campan a sus anchas.

`Lo que está sucediendo por una parte al aumentar el nivel de educación del público que sigue los medios de comunicación, la forma de comunicar la noticias se está volviendo más científica´. David Teira.

¿El lector es quién va decidir el camino?

En algún sentido, sí, se está polarizando a la audiencia de tal forma que los más educados, las élites más educadas están accediendo a formas de comunicación cada vez más sofisticadas y más contaminadas de ciencia. Mientras el público menos educado está accediendo a formas más groseras y toscas de información y ahí es donde se está produciendo el gran combate. ¿A quién creer?

Para finalizar, ¿cómo enfoca las ciencias sociales, desde la posición del positivismo, historicismo o experimentalismo?

A las ciencias sociales lo que les está ocurriendo, en algún sentido, es que también se están dando cuenta que sus resultados son pasto para las audiencias. La cantidad de economistas, politólogos, y sociólogos que están contando sus investigaciones ante el público es cada vez mayor y esto ocurre por una razón. Porque antes los científicos lo que intentaban era convencer a sus pares, un científico convencía a sus científicos, y si lo lograba tenía ese reconocimiento y este se traducía en recursos como becas de investigación. Pero los científicos se han dado cuenta de que si convencen al público primero van a tener éxito y los políticos les van a premiar, con independencia de lo que digan sus colegas.

Esto se ha convertido y ha creado una situación muy interesante por la cual científicos cuyo estatus dentro de su gremio puede ser dudoso o controvertido son auténticas estrellas en los medios. Algo que les permite una carrera científica que no va en consonancia con sus méritos académicos. Entonces ahí no importa tanto la posición filosófica sobre la verdad, porque esto del el positivismo, historicismo o experimentalismo son formas de entender la verdad de lo que está haciendo. La cuestión ya no es tanto que concepción de la verdad tengas, sino cómo lograr que la audiencia te la compre.

¿La ciencia como un producto donde no importa la verdad?

La ciencia es un producto, y esto abre muchas oportunidades. Se puede pensar que el contribuyente es quien, a través de sus impuestos, financia la ciencia y tiene derecho a saber qué se está haciendo para decidir si le interesa financiarlo o no. Con la divulgación científica, en algún sentido, el control público aumenta. Pero al mismo tiempo aumenta también las posibilidades de hacer trampa, porque es más fácil convencer a un lego que a tus colegas científicos.

El gran dilema es que el propio oficio de periodista como el de científico, se va transformando y esta transformación hace que los canales de verificación clásicos se vayan rompiendo y cuando esto sucede y ocurre a una escala tan masiva, el dilema es a quién creer. Nadie tiene la respuesta todavía.