Derrumbe interno

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Salón Lope de Rueda minutos antes de la proyección
Salón Lope de Rueda minutos antes de la proyección

La película de Fuerza Mayor (R. Östlund, 2014) cierra el Ciclo ‘Directores Europeos’ de la Facultad de Filosofía y Letras

CLARA RODRÍGUEZ MIGUÉLEZ  |  Fotografías: C. Rodríguez  |

Todo está blanco. No se ve nada más. Sólo se oye un pitido en la distancia y un leve lloro histérico del que es difícil averiguar la procedencia. Cuando la nube de nieve se posa, se descubre que todo ha quedado en un susto. El alud ha frenado a pocos metros y no ha sepultado la terraza del restaurante de la estación de esquí francesa.

Un mirador en el que, un minuto antes, muchos turistas divertidos sacaban fotos al derrumbamiento provocado. Tomas también hacía fotos con su teléfono, aunque su mujer y sus hijos habían dejado de comer y miraban con aprensión la nieve bajando a toda velocidad por la ladera contraria. Harry, el más pequeño, había chillado horrorizado.

Pero ahora todo es blanco, aunque lentamente el restaurante vuelve  a la normalidad.

Como una autómata, Ebba deshace el abrazo con el que había protegido instintivamente a sus dos hijos, Vera y Harry, y se sienta temblorosa. Intenta asimilar lo que acaba de vivir y tranquilizar a los pequeños: ¡maldita sea, casi se los traga a todos un montón de nieve! O así pareció en ese momento. Había pensado que era el fin, y había llamado a Tomas en medio de la ceguera blanca. Pero él se había ido, había echado a correr para escapar de la avalancha. Su marido Tomas vuelve y se sienta en la mesa que comparte toda la familia. Los cuatro vuelven a prestar atención a los platos y hacen un par de comentarios nerviosos, como si nada hubiera pasado, como si no estuvieran en estado de shock.

Fuerza Mayor es una película que cuenta la historia de un trauma: habla de la pareja y de la confianza herida, habla de instinto y de lo que llevamos en lo más hondo de cada uno de nosotros. El filme del director sueco Ruben Östlund, Turist en la versión en inglés, cerró el pasado jueves el Ciclo ‘Directores Europeos‘ que celebraba la Universidad de Valladolid. Los asistentes pudieron disfrutar de la electrizante historia de Tomas y Ebba en la Facultad de Filosofía y Letras, en una sesión que apagaba las luces y daba protagonismo a la pantalla a partir de las 19:30 horas.

El largometraje, de 2014, no habla de aludes de nieve, ni siquiera de esquí, ni de los enormes paisajes nevados que lo pueblan. Habla de cómo vive el episodio esa familia, de la tensión matrimonial que provoca. Östlund deja su firma con ese carácter nórdico al que suma un aire de psicología y unos planos de gran originalidad y calidad.

La introducción que se da a la película en el ciclo apunta a la biografía del director. Östlund, a sus 42 años, ha dirigido cinco películas de ficción, después de empezar su carrera filmando cortometrajes. De hecho, uno de sus cortos se alzó con el Oso de Oro en Berlín.

Pero fue precisamente Fuerza Mayor la película que le catapultó al aplauso de los cinéfilos. Por ello, antes de empezar la sesión, el encargado de la misma justifica su elección como cierre al ciclo y afirma: “Para nosotros Ruben Östlund es un director de una sola película”. Fuerza Mayor fue aclamada por la crítica y recogió varios premios, como el Giraldillo de Oro en Sevilla o el premio del jurado de la sección Un Certain Regard en Cannes.

Se trata de la cinta más exitosa del director sueco, quizás por su humanidad, su facilidad para mostrar a unos personajes expresivos y sugerentes, antihéroes. En el logro tiene que ver la disección interior que proyectó Östlund, basándose en su propia familia y experiencias. Hijo de padres divorciados, se enfrentó a esa realidad personal para intentar comprender y explicar cómo es un matrimonio a punto de romperse, para reflejar a unos niños que reaccionan con apatía y enfado porque no saben expresar su dolor.

El escenario también está íntimamente ligado al autor: esquiador de joven, sus primeras piezas cinematográficas son de cine deportivo y descensos de montaña. El sonido lo pone el ruido de las detonaciones, magistralmente encadenado con un fragmento de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi.

Fuerza Mayor imanta los corazones más que las miradas. Eso sí, con contundencia y dureza: no presenta situaciones idílicas y el desarrollo es lento, pausado. En ocasiones, demasiado pausado; pero Östlund lo resuelve con un ritmo que acompaña al de la reflexión que plantea: sin grandes acelerones y bajo la pauta de los días de vacaciones que la familia pasa esquiando.

Quizás lo que busca es remover emociones. Perfila las dudas sobre la persona que tenemos al lado y sobre el desconocido que llevamos dentro de cada uno de nosotros. La relación aparentemente ideal de Ebba y Tomas se resquebraja, los niños acusan el golpe y llegan a pensar que van a divorciarse. Todos los lazos familiares parecen a punto de estallar en el clima agridulce que transmite la película. Un final ambiguo y una mirada que no impone, sino que invita a mirar.