ANTONIO RUBIO MARTÍNEZ | Fotografía: Pixabay |
Todos conocemos los tres poderes del Estado: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Estos tres poderes crean y hacen cumplir las leyes. Además, el gobierno forma parte del poder ejecutivo. Pero Thomas Carlyle, escritor y filósofo escocés, hizo popular el término del ‘cuarto poder’ cuando se lo atribuyó al político y escritor Edmund Burke. Este lo utilizó en la apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en 1787. El cuarto poder hacía referencia a la prensa, al claro poder que tienen los medios de comunicación en la sociedad.
A pesar de que la prensa ha evolucionado y ya no es lo que era en el siglo XVIII, los medios de comunicación siguen teniendo un peso y una gran influencia en la sociedad. Sin embargo, el humorista Chumy Chumez dibujó una viñeta que fue publicada hace cincuenta años en el Diario Madrid. En esta viñeta, dos hombres pensaban si la prensa era de verdad el cuarto poder o se quedaba en un ‘querer y no poder’.
Todos o casi todos los medios de comunicación de un país están, en cierto modo, relacionados con la actividad política del mismo. En el caso de la radio y la televisión, es necesario tener una licencia para poder ejercer cualquier actividad a través de estos medios. Estas licencias son concedidas por el Estado. Por lo tanto, la radio y la televisión, exceptuando algunos casos, siempre van a defender los intereses políticos del Gobierno.
El caso de la prensa es diferente a los dos anteriores. Para este medio físico no es necesaria la concesión de una licencia por parte del Estado. Pero hacer un periódico es una actividad muy cara y de no ser por las ayudas que se les concede, su supervivencia sería casi imposible. Además, la publicidad en los periódicos es una de las fuentes de ingresos más grandes para estos. Entonces, necesitan defender los intereses de los anunciantes, que suelen ser, en su mayor parte, las administraciones y entidades públicas. Esto hace que la prensa también sea un medio de comunicación controlado, en parte, por el Estado.
Hay otros medios de comunicación, como pueden ser la música, los libros o el cine. Se puede llegar a pensar que estas son plataformas libres y muy poco controladas por el Estado. Es verdad, pero no del todo. Cualquiera que pueda permitírselo puede publicar un libro, producir una película o grabar una canción. Pero muy pocas veces se popularizan libros, películas o canciones que sean críticas con el sistema del país, al menos en su país de origen. Esto es así porque las producciones afines al sistema siempre van a ser mejor promocionadas. Por eso, estos medios gozan de libertad para ser creados, pero no de tanta a la hora de ser distribuidos.
Un caso claro de una obra literaria que fue prohibida es el de La colmena de Cela, prohibida en España durante el franquismo. Pero también Rebelión en la granja de Orwell fue prohibida en Estados Unidos. Estos son casos que han sido sonados, pero nunca sabremos la cantidad de obras que desconocemos porque no han sido promocionadas.
Con la llegada de Internet y la aparición de contenidos en la red se ha conseguido que plataformas independientes logren transmitir información libre y fiable. Sin embargo, al igual que los anteriores casos, no serán promocionados a gran escala si el Estado no encuentra interés en ello.
El periodismo ha cambiado notablemente desde los tiempos de Thomas Carlyle. La gente ya no corre al quiosco para comprar el periódico e informarse sobre la actualidad. Los periodistas ya ni siquiera son remunerados debidamente por su trabajo. Pero, aún así, los medios de comunicación siguen jugando un papel muy importante en la sociedad.
El que transmite la información controla el país. La información controla a las personas. Nadie sale a la calle si en las noticias se dice que se avecina una tormenta eléctrica, ni se compran acciones de una empresa que, según el periódico, se está devaluando. Por eso, el periodismo sigue siendo el cuarto poder porque es capaz de influir sobre el público.