El periodismo y la cocina me hacen vivir a toda prisa

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Tres años como ayudante de cocina te quitan mucho tiempo para estudiar, para dedicarle tiempo a tus seres queridos o simplemente para descansar. Esas son algunas de las cosas que conlleva trabajar mientras cursas el Grado en Periodismo.

Soy una chica extrovertida e impaciente. Vivir a toda prisa hace que aproveche al máximo las pocas horas que comparto con los que amo. Considero que voy más rápido que los demás, miro la agenda –el objeto que contiene mis responsabilidades diarias– y cojo la bicicleta para intentar llegar a tiempo al sitio donde debo estar. Algunas veces cuando voy al trabajo llevo los apuntes y me olvido del uniforme de cocinera, otras veces voy a la facultad sin carpeta y me toca pedir un par de folios a mi amiga Beatriz. Ahí es cuando me digo: “no te estreses, no puedes estar a todo”.

Cuando estudias y trabajas es imprescindible saber organizarte y priorizar aquello que requiere inmediatez. Además de distribuir bien las tareas, debes saber canalizar tu energía, pues resulta agotador levantarte temprano cada mañana, ir a clase, comer rápido, hacer trabajos para distintas asignaturas y luego ir a trabajar hasta altas horas de la noche. Es complicado y crees que no te va a dar tiempo a todo, pero es ahí cuando meditas para recordar cuáles son tus propósitos y qué camino quieres seguir.

Mi familia es mi gran apoyo, me aferro a sus consejos para no desesperar cuando las cosas no salen bien. Y es que, buscar aquello que nos motiva resulta fundamental. Para mi, es imprescindible hablar por teléfono con mi madre o sacar unas pocas horas de descanso para ir a ver a mi familia a Peñafiel. Cuando me preguntan «¿qué tal lo llevas?», sonrío e intento decir lo más adecuado, “muy bien”. A veces, sin embargo, se escapa un “buaaaaa, liada. Tengo que entregar un trabajo, exponer en clase, hacer los textos para InformaUVa, ir al restaurante este fin de semana… Bueno, no me aburro”.

Aunque mi relato parezca el de una persona pesimista, he de decir que no es así. Todo esfuerzo tiene su recompensa y pienso que el resultado final, ese sabor de boca, es mucho más satisfactorio para quienes compaginamos varias labores que para quienes tienen todo el tiempo que necesitan para estudiar. Así, probablemente un examen aprobado resulte más placentero y gratificante para mí que para la mayoría de mis compañeros. Lo noto, lo sé. Tal vez se deba al sacrificio que hago todos los días y a mi sensación de alivio cuando lo veo recompensado a través de algo tan patente como las notas.

No voy a decir que apruebo todos los exámenes, no es así. Algunas veces suspendo, pero eso es algo que también me motiva, que me hace recordar las palabras de mi abuelo: “Lo más importante es estudiar y aprender, y eso requiere tiempo y sacrificio. No te desesperes, en la vida hay tiempo para todo. Sin prisa pero sin pausa”. Y, como hay tiempo para todo… Motívate. Dedícate tiempo. No camines en solitario y recuerda, no olvides nunca, que lo más importante no es el sendero por recorrer, sino la gratificación que te da lo recorrido, las experiencias vividas y los logros obtenidos con esfuerzo y dedicación. Ánimo.

Texto e imagen: María Isabel González