PAULA REBOLLO ANDRADE | Fotografía: Paula Rebollo |
Los cinéfilos van entrando después de hacer cola. Dentro, casi no queda ningún asiento libre. Se hace la oscuridad. Pero este 11 de octubre lo que se enciende ante ellos no es la gran pantalla, sino una lamparita para crear ambiente. No se encuentran en la sesión de las 10:00h de una sala de cine, sino en el Salón de Juntas de la Facultad de Filosofía y Letras. Y los asistentes no han acudido a ver una película, sino a escucharle a él, Javier Ocaña. En concreto, su seminario “Universos extraños. El cine de David Lynch”.
El Coordinador de la Cátedra de Cine en la UVa, Ramón Pérez de Castro, señalaba al inicio: “La crítica artística ha pasado a mejor vida”. Aun así, Javier Ocaña logra desde hace tiempo mantenerse como crítico de cine en todos los medios: prensa escrita (El País), radio (Hoy por Hoy) y televisión (La Hora de la 2). Además, ha publicado De Blancanieves a Kurosawa: la aventura de ver cine con los hijos, que ya alcanza la cuarta edición. En lo académico, destacar que su seminario “Aprender a ver cine” se lleva celebrando en la UVa desde hace 15 años.
“Quitaos de la cabeza la palabra lógica”, sentencia Ocaña nada más comenzar. Y es que el cineasta David Lynch aborda temáticas como lo onírico, la mezcla de géneros o el surrealismo. Ha hallado “cierta familiaridad en lo extravagante” y la transmite en títulos como Cabeza borradora, Mullholand Drive o Blue Velvet. El periodista indica los elementos de los que se vale para conseguirlo: el movimiento de los personajes, el ritmo de los diálogos, la mezcla de colores, el tratamiento musical y las texturas de imagen y sonido.
[ Fotografía: Paula Rebollo ]
En la conferencia, Javier Ocaña traza un recorrido por la filmografía e incluye algunos de los primeros cortometrajes, como El alfabeto o La abuela. Por extraña que parezca la obra de Lynch, el escritor subraya la importancia de distinguir entre una película mal contada y que, por tanto, no se deja entender, de otra que no se entiende porque tiene un significado más allá. La mente detrás de Twin Peaks se encuadra en el segundo grupo. Asimismo, considera que “la palabra que mejor lo define es inquietante”.
En un contexto difícil para su profesión, Ocaña se mantiene por su mirada, pero también porque genera fidelidad. Muchos de quienes le siguen se han apuntado a este seminario y hay personas de todas las edades. A lo largo de tres horas, ante ellos va diseminando, entre las explicaciones, ciertas curiosidades poco conocidas. Como que David Lynch rechazó la propuesta de George Lucas para dirigir El retorno del Jedi. O que el cineasta estadounidense fue primero pintor y que, por ello, se percibe la influencia pictórica en su forma de narrar. De hecho, uno de los momentos más especiales se produce cuando el crítico de cine compara los cuadros de Francis Bacon, Edward Hopper y Norman Rockwell con escenas de Lynch.
En el seminario, el ponente repite en varias ocasiones la palabra “valiente” para referirse al director de El hombre elefante. “Es un artista rompiendo moldes que otros no han querido romper”, sostiene. A través de las imágenes, en el Salón de Juntas de Filosofía y Letras ha reunido a Hitchcock, Buñuel, Kubrick o Kafka, sentados a la mesa con Lynch. Con la lámpara de mesa iluminando su rostro, durante algunos segundos el perfil de Javier Ocaña se asemeja, por voluntad de las sombras en la pared, al de Fernando Trueba. Sin duda, mucho en él es cine.