Los voluntarios en campos de refugiados toman la palabra

0
902
AITANA BRUSA SAFIGUEROA  |  Fotografías: Aitana Brusa 

Ferando de Casto, Marga Carrionero, Daniel Barrientos y Sara Abubakra cuentan su experiencia como voluntarios en distintos campos y asentamientos de refugiados en Europa en la mesa redonda “Respuesta de la sociedad civil ante el drama de las personas refugiadas”.

La encargada de abrir la mesa redonda fue Margarita Corrionero Soto, integrante de la Asamblea de Apoyo a Personas Migrantes de Salamanca. Marga volvió de Belgrado (Serbia) hace pocos días y allí estuvo como voluntaria durante tres semanas. A diferencia del resto de integrantes de la mesa redonda, ella no estuvo en ningún campo sino en barracones abandonados a -20ºC. Explicó cómo en estas barracas se encuentran personas de distintas edades y nacionalidades, pero más del 60% son menores de edad, hay incluso un niño de 8 años. Todos son pakistaníes o afganos, y pese a las diferencias entre sus situaciones, coinciden en que ninguna de estas nacionalidades se encuentra en los tratados o acuerdos firmados sobre refugiados. Este asentamiento ilegal de personas se encuentra cerca de la frontera con Hungría, tan solo una valla les separa del país vecino.

“Cuando tiene un poco de dinero se lo dan al vigilante de turno que les enseña por donde saltar la valla” afirma,  y explica que en pequeños grupos de 20 personas esperan en el bosque que hay frente a la frontera, al camión que les acerca a la verja por donde escalan y logran pasar. “Saltan la valla, porque la saltan, pero lo peor está detrás”. El ejército con la ayuda de perros adiestrados y de milicias populares se encargan de que pese a saltar la alambrada no logren su propósito, entonces son devueltos al otro lado, sin abrigo, ni botas y con considerables heridas provocadas por los mordiscos de los perros “para que tengan que esperar hasta poder volver a intentarlo”.

«Siempre existe una colaboración mutua entre refugiado y voluntario»


Hay importantes donaciones privadas para estas personas, como una sobre la que Marga hace hincapié. Una chica se Sevilla donó 40 estufas con las que poder calentarse y calentar la comida. No fue suficiente y de otra iniciativa con nombre propio se recaudó dinero para comprar madera, algo que parece inútil, supuso un gran cambio ya que hasta entonces quemaban todo lo que encontraban, plástico, hierro, etc. creando una nube de humo que impedía la visibilidad y contaminaba el aire dentro de las naves.

La ponente habla sobre las interminables colas para la comida, las muertes por congelación, el brote de sarna, mientras a escasos metros se construye un hotel al que todos miran desconcertados.

Obra de la exposición “Paso suspendido”, Asociación Griega de Cartonistas / Imagen: Aitana Brusa
Obra de la exposición “Paso suspendido”, Asociación Griega de Cartonistas / Imagen: Aitana Brusa

Fernando de Castro Cardoso, Miembro del Comité Estatal Organizador de la Caravana a Grecia, el siguiente en hablar sobre la experiencia que en sus propias palabras describe como “la que me ha hecho mejor persona, además de feliz y aprendido”. Tanto es así que en una semana vuelve Katsikas, al noroeste de Grecia, donde ya ha estado el pasado noviembre.

«Caravana a Grecia» fue un proyecto que nació el año pasado y que partió a hacia el país heleno para combatir la situación de los refugiados, así como para denunciar los dos centros de detención ilegales que hay. Cuenta cómo fueron a la Embajada de España en Atenas para recordar al embajador, que no apareció, el compromiso de nuestro país al haber firmado diversos acuerdos respecto a este tema; la respuesta siempre era “no es posible”.

“No hace falta irse a Grecia, lo tenemos aquí, la frontera sur que es sangrante”


“La gente se escandaliza de las medidas del muro de Trump, cuando nosotros tenemos eso mucha más cerca”. Señala que la que se está viviendo, no es una crisis humanitaria sino una crisis de valores «de la Europa de la acogida, de la Cultura, de la Libertad” como él se refiere. Se definen como personas que trabajan para la gente, para ser su voz y la conciencia de aquellos que parecen no tenerla. “Allí –en los campos- se pone tiritas a un enfermo que se desangra” con esta metáfora explica como por mucha ayuda humanitaria que se desplace hasta los lugares de conflicto la verdadera solución está en los gobernantes, en quienes firman las leyes, que es a quien hay que presionar.

Sara Abubakra, voluntaria y traductora e intérprete de Médicos del Mundo, ha estado dos veces en Grecia, la primera vez en 2015 en Lesbos y la segunda en Idomeni en el 2016.

En el campo de Moria (Lesbos) el tema de los refugiados estaba en todas las pantallas de televisión por lo que había una llegada masiva de ayuda humanitaria “la gente de Grecia me devolvió la esperanza, somos muchos más de los que nos quieren hacer creer” dice. Después de pisar tierra las personas tenían que aguardar unas colas enormes para conseguir un papel en griego –Sara hace especial énfasis en el idioma del documento- que les diese la legalidad para estar allí. Lo remarca en repetidas ocasiones porque es un texto que ellos no entienden, no saben lo que está escrito.

Muestra la foto de dos niños y narra la historia detrás de ella: “lo primero que vemos es que no sonríen, algo no muy común en los niños. Daba igual las cosquillas, los abrazos, los ʻregalitosʼ que les hiciésemos; el niño de la camiseta azul nunca sonreía… a saber lo que habría tenido que ver”.

Obra "El Lago de los ahogados, del gran ballet de Bruselas" de la exposición “Paso suspendido”, Asociación Griega de Cartonistas / Imagen: Aitana Brusa
Obra «El Lago de los ahogados, del gran ballet de Bruselas» de la exposición “Paso suspendido”, Asociación Griega de Cartonistas / Imagen: Aitana Brusa

En Idomeni la postal era distinta, la gente llevaba meses esperando a una llamada de Skype. Desde ACNUR informaban a los refugiados que tenían que esperar una llamada por Skype en la que se les haría una entrevista para poder darles el documento “otra vez en griego”, apunta, de legalización. Muestra una pintada en uno de los campos donde se lee “Skype no contesta al teléfono”.

«El miedo se vence leyendo y viajando”


Daniel Barrientos Sánchez, miembro de Pangea y del Colectivo Indignado de Valladolid, que junto a Fernando de Castro, estuvo en Katsikas como voluntario, es el último en hablar.

Su labor es atender a los menores que se encuentran en los campos con la creación de ludotecas, guarderías y actividades de ocio en función a las necesidades de cada uno de los menores. “Es muy importante el acompañamiento, el estar ahí”, señala, “no importa que no se hable el mismo idioma –y recuperando una frase de Sara- el idioma que más se entiende es el de la humanidad, el amor y la ayuda”

Expone lo triste que le parece que la sociedad occidental haya tenido que ver la foto de Aylan para reaccionar y ser consciente de la envergadura del problema sobre los refugiados, “hay que luchar por los que no están pudiendo llega” exclama, por los que se quedan en el camino, para que sigan llegando y hay que ayudar a los que ya han llegado.

Lee una de sus reflexiones donde escribe “en nuestra cabeza está cambiar nuestra mentalidad”.