Renace la leyenda del sillón maldito

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CELIA GALLEGO | Fotografía: Celia Gallego

No hace falta salir de la ciudad para pasar miedo. María Morate, Fran Escobar y Pablo Olmos nos regresaron al siglo XVI para recordar una de las leyendas más terroríficas de Valladolid: El sillón del diablo.

Un corto de doce minutos fue el encargado de contarnos la historia de Andrés de Proaza, un estudiante de medicina que fue atraído por las inquietantes clases de anatomía humana de uno de los profesores de la Universidad de Valladolid. María Morate, que dirigió el corto como parte de su Trabajo de Fin de Módulo, recreó la historia de este personaje, interpretado por el actor Pablo Olmos. La leyenda cuenta que el joven vivía en una casa de la calle Esgueva, donde tenía un sótano en el que «las aguas del Esgueva bajaban tintadas» y desde donde la gente aseguraba escuchar oían llantos, gemidos y suspiros.

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De izquierda a derecha Fran Escobar, María Morate y Pablo Olmos

La policía de la ciudad encontró el cuerpo de un niño descuartizado en su sótano. Interpretado en el corto por Fran Escobar, el infante de nueve años había desaparecido días atrás. Durante el cortometraje Andrés sitúa alguno de sus órganos vitales en la camilla de operaciones, con escenas en tonos rojizos y primeros planos que daban todo lujo de detalles de los instrumentos del estudiante de medicina.

Hoy en día el sótano es un bar muy transitado llamado El niño perdido. Durante el reportaje el propio dueño habla de la historia como si fuera un reportaje de Cuarto Milenio, un toque que tenía en mente dar la directora. En ese sótano Andrés realizaba disecciones en vivo de niños y adultos, pero la historia no se queda en eso. Cuando fue detenido por la policía, alegó que le habían regalado un sillón maldito y que cada vez que se sentaba en él podía contactar con el diablo e inmediatamente sentía la necesidad de practicar la disección en personas. «Sólo aquellos sabios de la medicina podrán sentarse en este sillón, los que no sean merecedores de dicho título morirán en un plazo de tres días». Esa fue una de las últimas frases de nuestro protagonista antes de ser ahorcado.

Tras morir en la horca, todos sus bienes fueron puestos a subasta, pero dada la historia que había detrás de ellos nadie quiso comprarlos, por lo que quedaron en los almacenes de la Universidad de Valladolid. Pero la maldición regresó poco tiempo después.

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Según la historia, varias personas volvieron a sentarse en el sillón, contradiciendo las amenazas del asesino. Tras la primera muerte, nadie sospechó del antiguo asiento maldito, pero después de la segunda se decidió investigar sobre ello, ya que los nuevos fallecidos morían de manera natural y no de ataques físicos. Fue en ese momento cuando se decidió colgar el sillón del techo de la capilla de la Universidad boca abajo para que nadie pudiera sentarse.

Años después estuvo en el Palacio Santacruz, donde se hizo la representación del corto el viernes 28 de octubre, en la misma sala donde un par de meses el sillón estuvo expuesto; el Reino de Oku. A día de hoy se encuentra en el palacio Fabio Nelli, apoyadas sus cuatro patas en el suelo y tan sólo con una fina cuerda de terciopelo que invita a no sentarse en él. Muchos son los curiosos que van a visitarlo con esperanzas de tentar a la muerte y sentarse.

Tras numerosos aplausos, la directora salió a dar una pequeña charla sobre cómo se hizo este reportaje. La graduada en Técnico de sonido y Realización nos contaba cómo fue grabar un corto sin ningún tipo de presupuesto y lidiando con baches como el hecho de serles imposible contactar con el decano de la Facultad de derecho para poder grabar dentro de sus instalaciones.

Durante la ronda de preguntas respondieron ambos actores también junto a María y hablaban de lo complicado que fue la producción del cortometraje, los problemas como olvidarse la vestimenta, las tarjetas de memoria, roturas de grabadoras…quedándose todo en memorables anécdotas.

«El efecto que queríamos producir era el de ‘infórmate más'» Contaba Pablo. Tras un arduo trabajo de cuatro meses (de noviembre a marzo) el resultado fue más que satisfactorio. El hecho de dar voz a una leyenda poco conocida de nuestra ciudad hace que queramos conocer más, darnos cuenta de lo poco que conocemos de nuestra ciudad natal y querer informarnos más sobre ello.

Los tres artistas todavía no tienen planes de futuros proyectos pero les gustaría presentarlo a programas como Cuarto Milenio y poder enseñar a toda España los rincones menos conocidos de nuestra ciudad.