CELIA GALLEGO | Fotografía: Página web de Lorena Ros
Una imagen vale más que mil palabras. Una imagen puede dar voz a aquello que no puede sonar por sí mismo, situaciones que vive nuestra sociedad silenciadas por muchos durante años.
¿Cuántas historias es capaz de atrapar el visor de una cámara? Lorena Ros, fotoperiodista desde 2001, ha captado muchas historias a través del cristal que proyecta su cámara, pero no historias llenas de felicidad, sino una realidad que viven muchos pero que tantos desconocen.
Hombres y mujeres de España, Nueva York y México han dado voz a sus propias imágenes dentro del libro Unspoken, que publicó la fotoperiodista hace tres años. “Lugares donde se ha cometido el abuso en algunos casos y en otros la memoria que tiene la persona de ello”, así define la autora sus propias fotografías que muestran a aquellos niños y niñas supervivientes que sufrieron abusos sexuales.
El libro que documenta de manera gráfica y testimonial los casos de abuso sexual a menores por parte de familiares, personas de confianza, sacerdotes y miembros respetados de la comunidad. En las sociedades occidentales, una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños será víctima de un abuso antes de cumplir los 17. Familias que prefieren un negro silencio que los corroe por dentro que corromper con la verdad la aparente y cómoda estabilidad familiar. “El abuso está envuelto en vergüenza y sus víctimas permanecen calladas, obligadas a enfrentarse a su trauma y a su dolor una y otra vez”, asegura.
Ros incluye al final del libro un testimonio propio: “En el coche hacia la estación, mi tía me preguntó si le había comentado algo a mi madre sobre ‘aquello’. Me quedé de piedra, ya que era algo de lo que no se había hablado en años… Mi tía me dijo que eso era algo que le preocupaba mucho, ya que si la familia se enteraba de lo ocurrido, ella no podría soportar la vergüenza y se acabaría suicidando. «Total, aquello no fue nada. Y todavía quedan muchas comuniones y bautizos en la familia por celebrar, así que por favor, Lorena, habla con tu madre, ya que eres la única a la que hará caso y la hará entrar en razón».
En pleno siglo XXI debería resultar hasta ilógico no saber que este tipo de cosas ocurren a nuestro alrededor, quizá no debemos irnos a México ni Nueva York para ser conscientes de que los abusos sexuales están a la orden del día. Una valiente Lorena, quien comenzó a estudiar Humanidades y Literatura, ha querido denunciar a través de su mejor amiga, la cámara, que desgraciadamente a día de hoy esto continua, la lucha por acabar con los abusos sigue vigente y cada vez más personas se hacen conscientes y se unen a esta batalla que, como se sabe, debería haber sido ganada hace ya años.
Nacida en Barcelona en 1975 comenzó sus estudios en el campo de la literatura, donde creía poder plasmar historias a través de las letras, hasta que una cámara cayó en sus manos y conoció el otro lado de contar historias: la fotografía. “Considero que hay que denunciar las cosas que pasan en el mundo. Me choca saber que hay una realidad muy cercana que nadie está documentando y es hora de empezar”.
«Hay que denunciar las cosas que pasan en el mundo»
Durante ocho largos años y gracias a la asociación Vicky Bernadet, Ros ha fotografiado a hombres y mujeres sin retratarlos como víctimas ni héroes, sino de una forma neutral, aunque haciendo consciente a las personas que algo hay roto en su interior. Muchas de las personas que han pasado por el objetivo de su cámara han querido hablar al mundo de lo que han llegado a sufrir, pero en muchos casos los medios no les dieron la importancia suficiente, sin caer en la cuenta que todo aquello que no aparece en los medios, no existe.
Resulta espeluznante oír que los casos de abuso sexual se repiten como un patrón de tela en todas las partes del mundo, aunque su proyecto Unspoken tuviera como representación España, Nueva York y México, esto es algo que ocurre en cada país, en cada rincón y es terrible poder afirmar que es algo que ocurre exactamente de la misma manera en cada rincón del planeta.
“La clave para luchar contra esto está en la conciencia social. Por un lado, el silencio de todos (de los que lo han sufrido y de la sociedad por ser un tema escabrosísimo) hace que los abusadores queden impunes; por otro, hay que crear la conciencia de que, si hay un problema con un niño, hay una posibilidad de que sufra abusos. Barajarlo en lugar de pensar: ‘No, no, eso a mi hijo no le puede pasar’. Luego, si le ocurre, damos la espalda a esa persona y se queda sin ningún apoyo», comentaba Lorena en una entrevista con el Huffington Post.
Conseguir un equilibrio sin llegar a rozar el sensacionalismo ante un tema así es complicado, pero se necesita anunciar y denunciar que estas cosas ocurren. El visor de Lorena ha sido testigo de los rostros quebrados de muchas personas, vidas rotas e infancias destrozadas por abusos. Pero se necesita poner voz a todos los casos, aunque esta realidad duela.