ALEJANDRO LOSADA FERNÁNDEZ | Fotografías: Andrea Fernández |
La periodista Olga Rodríguez fue la encargada de cerrar el ciclo de conferencias “Mujeres en conflicto”, organizado por la Fundación Jesús Pereda, que se había desarrollado en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho y que había contado, anteriormente, con las ponencias de Teresa Aranguren y de Tamara Crespo. Durante su intervención, llamada “Este no es lugar para ti: las mujeres en el reporterismo de guerra”, se centró, por un lado, en la labor de la mujer durante la guerra a partir de “historias concretas” y, por otro, en explicar en qué consiste el “reporterismo de guerra”.
Durante la primera parte de la conferencia, Olga Rodríguez ofreció cuatro ejemplos de historias que han marcado su trayectoria. La primera tuvo lugar en Mosul, durante la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. Yamila y su hija Minal fueron sacadas a la fuerza de su casa después de que soldados norteamericanos no pudieran encontrar el dinero que buscaban. Una vez en la capital, en Bagdad, fueron interrogadas y sufrieron lo que más tarde se denominaría “torturas sistematizadas”, y al estar en celdas cercanas “la madre podía oír a la hija gritar de dolor” y viceversa. Con el paso del tiempo, tanto Minal, primero, como Yamila, después, fueron liberadas.
Sin embargo, la preocupación de la joven, de unos 18 años, no había cesado, puesto que desde hacía meses no podía ponerse en contacto con su novio. Finalmente, descubrió que su familia “había repudiado a Minal”, ya que consideraba que al haber sido detenida “podía haber sido violada” y, con ello, “haber perdido la virginidad”. “El componente añadido que tiene una guerra para la mujer es enorme”, sentenció la periodista.
«EL COMPONENTE AÑADIDO QUE TIENE UNA GUERRA PARA LA MUJER ES ENORME»
Olga Rodríguez recordó que en la frontera de Hungría una mujer con un bebé la saludó a lo lejos y la llamó por su nombre. Se trataba de Masouda, quien había reconocido a la periodista de su estancia en Bagdad y quien “cruzó seis fronteras y un mar para llegar a Europa”. Pero allí tuvo que hacer frente a los “gases lacrimógenos contra los refugiados” que emplearon las fuerzas húngaras, y donde, como consecuencia del frío, los niños tenían los “labios morados”.
La tercera historia, en la plaza Tahrir de El Cairo, tuvo como protagonistas a varios civiles que “fueron torturados en el sótano del Museo Arqueológico”. Tales fueron los abusos que les quedaron “cicatrices en la espalda” de por vida. Las mujeres, además, sufrieron las denominadas “pruebas de virginidad” a cargo de un médico y fueron “fotografiadas desnudas”. Todo ello, afirmó la periodista, como “forma de castigar a las mujeres que protestaban contra la represión”.
Kabul fue el último escenario que describió Olga Rodríguez. En un hospital de la capital afgana, “me perdí y acabé llegando al área de maternidad”, donde “me llamó la atención una mujer” que observaba a su bebé prematuro mientras sonreía. El motivo dejó en silencio al público: “Llevaba viendo durante tres meses muerte y destrucción”.
Frente a estos relatos, “las mujeres no son solo víctimas”, afirmó la periodista, sino que también son “personas que se empoderan, que construyen tejido social esencial para la vida”. El contexto político, social y económico de estos países supone un clima de “pobreza, represión y recortes” para los ciudadanos y donde “será imposible que avance el feminismo” sin que cambie dicho contexto. Precisamente el “feminismo occidental y el periodismo” deben servir para “construir puentes”. Olga Rodríguez también hizo referencia al “machismo y conservadurismo en sociedades cristianas” en territorios musulmanes, por lo que “no es exclusividad del islam”.
La segunda parte de la conferencia giró en torno a la figura de las reporteras de guerra. “Hemos estado poco visibilizadas y con menos salario”, declaró, puesto que, aunque el salario base es el mismo, “los pluses son distintos”. Y añadió que “no hay ningún premio con nombre de mujer”.
Olga Rodríguez sufrió machismo durante la cobertura de la invasión de Irak, concretamente del ministro de Información de Sadam Hussein, quien les comentó tanto a ella como a un grupo de reporteras que “nos teníamos que ir a nuestra casa, junto con nuestras madres”, ya que iba a empezar una guerra. La respuesta de las periodistas fue soltar “una sonora carcajada”, aunque les dolió ver cómo ese mismo comentario “fue repetido por algunos compañeros europeos”. Pero el machismo también se vive mucho más cerca, donde “las mujeres recibimos tratos diferentes”. De esta manera, “¿Cómo se te ocurre ir?” o “Jo, ¡qué mal lo debes haber pasado!” es lo que oyen las reporteras frente a los hombres, que son recibidos como héroes: “¡Qué huevos le echaste!”.
Sin embargo, el hecho de ser mujer en el reporterismo de guerra tiene una ventaja importante: “Ellas (en referencia a las mujeres musulmanas) solo pueden hablar con libertad ante otras mujeres”, algo que no sucede con el sexo masculino, porque en países como Afganistán, “con hombres tiene que estar delante el marido, el padre…”.
«LAS MUJERES RECIBIMOS UN TRATO DIFERENTE EN EL REPORTERISMO DE GUERRA CON RESPECTO A LOS HOMBRES»
Olga Rodríguez aprovechó su intervención para criticar la actual situación del periodismo. En su opinión, “la información es un servicio público, no una mercancía”, por lo que “es precisa una información de calidad”, ya que “una sociedad mal informada es fácilmente manipulable”. Una de las principales causas de la pérdida de calidad son los “recortes” y la “uniformidad en la información”, como consecuencia de prescindir de los corresponsales internacionales y de que “la figura del enviado especial está empezando a brillar por su ausencia”. Esto ha provocado que buena parte de las noticias internacionales estén en manos de las grandes agencias, por lo que solo se ofrece un punto de vista y no se puede contrastar. Por ello, la periodista instó a realizar un “periodismo comprometido con la verdad y en el lugar de los hechos”, en lugar de “entre cuatro paredes 12 horas”.
Antes de terminar, quiso lanzar una pregunta: ¿El periodista está ayudando a la sociedad o está fomentando el odio y la arrogancia?”. Después, en el turno de preguntas, recordó el día que falleció José Couso y lo cerca que estuvo ella. En el momento en el que el proyectil se estrelló contra el Hotel Palestine, Olga Rodríguez se encontraba en el interior de su habitación, puesto que “un cable largo” le permitía no tener que permanecer en la terraza (que terminó cayendo debido al impacto del lanzamiento) y conectar con el satélite mientras realizaba la cobertura: “Gracias a ello hoy estoy aquí”.