Radio Egida: micrófonos en Polonia

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Grafiti de Radio Egida. Fotografía: Clara Rodríguez Miguélez
Grafiti de Radio Egida. Fotografía: Clara Rodríguez Miguélez
CLARA RODRÍGUEZ MIGUÉLEZ  |  Fotografía: Clara Rodríguez Miguélez

Salvo para los que viven en él, el campus residencial de Ligota, en las afueras de la ciudad polaca de Katowice, parece un cementerio soviético en medio del bosque.

Un vistazo descubre edificios de tonos grises, adustos y funcionales, rodeados de árboles aún deshojados por el otoño y el paso del invierno. Completan el cuadro un bar, una pequeña tiendecita, la discoteca ahora callada del dormitorio 7, un parque, un gimnasio y la parada de autobuses de Ligota Akademiki, al filo del bosque. Pero en los muros de los dormitorios lucen unas discretas explosiones de color: grafitis.

En el lateral del dormitorio número uno (Dom Studenta 1 o simplemente DS-1), un mural muy especial anuncia que en su interior, además de habitaciones, se esconde una Estación de Radio Estudiantil, Radio Egida.

Radosław Aksamit, profesor de la Universidad de Silesia, antiguo alumno y profesional al cargo de la gestión de la radio universitaria, espera en la puerta para conducir al grupo al interior de la estación. Hoy no hay programa matutino, se excusa, pero eso permitirá una visita más a fondo.

Todo un pasillo de puertas a ambos lados conforma la emisora: un par de estudios son lo más fundamental de Radio Egida. Ésta ha ido evolucionando y adquiriendo material a lo largo de 47 años de andadura, que le dan un aire vetusto pero competente, refrescado por el efecto de los estudiantes, que son quienes cuidan de ella y le dan vida.

Los estudiantes Tomasz Graczewski y Robert Niestrój explican cómo sus primeros coqueteos con Radio Egida tuvieron lugar gracias al punto común que suponía vivir en los dormitorios. El primero estudiaba química pero hoy se halla en una encrucijada respecto a sus estudios, el segundo se decanta claramente por el periodismo y el mundo de la comunicación. “Había leído un poco sobre todo esto antes de venir, estaba buscando piso y me pareció interesante la idea de una residencia que tenía radio universitaria”, narra Robert. “Me gustaba lo que me ofrecía la Universidad de Silesia, pero lo de Radio Egida le añadía atractivo”.

Al lado de la mesa de mezclas y el ordenador del estudio principal, dos potentes amplificadores permiten que se sintonice Radio Egida tanto en el dormitorio uno como en el dos, mediante los altavoces personales de cada habitación. La última reforma en el edificio siete limitó esa posibilidad allí, pero todo el que lo desee puede oír los programas de Radio Egida en directo en su página web.

El sitio web es dinámico y sencillo. Demasiado simple para Aksamit, que confiesa que es una página provisional, en pruebas. Recibieron ataques en la anterior que colaban spam y anuncios indeseables en ella, así que tuvieron que cerrarla rápidamente y ahora trabajan en una nueva. “De vez en cuando hacemos acuerdos que nos permiten ‘comprar’ un tiempo limitado de emisión en FM, por ejemplo, durante un mes. La última vez fue en octubre y se podía escuchar Radio Egida en Katowice y en todas las ciudades circundantes”, apunta el profesor, con un gesto amplio de la mano, antes de anticipar un poco más. “Nos estamos planteando pagar la licencia para que eso sea algo permanente, pero lleva tiempo y dinero arreglarlo”.

Surge la duda de cuánta gente está implicada en esto, y el coordinador piensa un instante antes de aventurar un número. “Hay sobre cincuenta personas trabajando aquí: técnicos, reporteros, gente que se encarga de las noticias, de programas musicales…” Un proceso de reclutamiento les ayuda a asignar tareas e intenta hacer un reparto que tenga en cuenta los intereses del estudiante pero también las necesidades de la radio.

El segundo de los estudios, sin mesa en la pecera y algo más espacioso, aparece dominado por los micrófonos, para música en directo. Radosław Aksamit desgrana pequeños detalles sobre cómo funcionan aquí las cosas a medida que la pequeña comitiva avanza por la emisora: cómo se preparan las listas musicales un mes antes, el presupuesto de la Universidad que les permite mantenerse y crecer… incluso cómo planean mover toda la emisora al centro de la ciudad para facilitar las cosas a los alumnos.

Robert y Tomasz no comparten la opinión del educador respecto a la conveniencia de cambiar de lugar: ellos viven apenas un par de pisos por encima y eso les permite flexibilizar sus horarios y hacer más horas. “Creo que en un sitio nuevo se perdería el ambiente. Esto es mucho más que venir, hacer un programa e irse”, acota Tomasz, con una enérgica negativa a la pregunta de si cree que la mudanza será positiva. Robert apoya a su compañero: “Aquí vienes y trabajas, pero también te quedas a beber una cerveza cuando acabas, charlando tranquilamente”. Otro estudiante que pasa por el pasillo les lleva la contraria en tono de broma. “Vamos, ¡lo de ir al centro tiene sus ventajas!”, celebra risueño. Para los que viven allí supone ahorrarse tiempo de autobús.

La estación paga una licencia reducida por poder utilizar música con derechos. El cambio de aquí a la radio comercial, sin embargo, ya no es algo chocante: aunque no todo es tan moderno como podría, el equipo y los recursos de la radio  no son tan distintos a los profesionales.

Sin embargo, ¿qué es lo que mantiene unido y real el trabajo de tantos estudiantes distintos, que se unen libremente, cada uno con sus ideas y proyectos? La primera puerta al entrar, a mano derecha, conduce a una pequeña cocina y sala de descanso con un humilde sofá. Tomasz Graczewski remarca que hacen fiestas y colaboran los unos en los programas y las secciones de los otros. Aksamit expresa esta vez la misma idea en la que desembocan los alumnos y le da forma. “Egida no sólo es un sitio en el que se produzca radio, sino un lugar en el que se crean auténticas amistades”. El joven profesor se sonríe entre recuerdos: “Sabemos de buena tinta que aquí se han hecho hasta bebés”, admite para risa general. “De aquí salió gente que se casó, que hizo amigos para toda la vida… hay una atmósfera especial”.

De hecho, en los ochenta y los noventa, Radio Egida alcanzó una gran popularidad en Polonia: las radios universitarias estaban de moda y recibieron un gran impulso. Muchos periodistas que ahora ejercen en grandes medios nacionales, como Kamil Durczok, han pasado por ella. Radio Egida constituía todo un referente de la cultura juvenil. “Ahora el concepto de cultura juvenil está tan dividido que no hay nada consistente que pueda llamarse así”, opina Aksamit para rematar su reflexión.

Detalle del 'muzeum': pósters y cintas de grabación. Fotografía: Clara Rodríguez Miguélez
Detalle del ‘muzeum’: pósters y cintas de grabación. Fotografía: Clara Rodríguez Miguélez

Y es que Radio Egida se convirtió y es aún hoy un segundo hogar para muchos jóvenes. El que fuera editor jefe de la radio responde a las preguntas referidas al período comunista de la radio contando cómo hasta en los períodos de censura, la universidad, y por extensión su radio, eran espacios en los que había mayor libertad de expresión.

Henryk Grzonka, que dirigió la radio durante diez años, relataba siempre al respecto un episodio que ocurrió cuando en diciembre de 1981 en Polonia se declaró el estado de guerra. Se instauró una ley marcial que constriñó la vida de los ciudadanos: los acontecimientos se precipitaron el día trece y los estudiantes fueron enviados a sus casas, pero algunos decidieron quedarse y esconderse en la radio. No se opusieron por razones políticas, sino porque en aquel entonces estaban adaptando uno de los estudios. Arriesgaron mucho, ya que por el mero hecho de desobedecer se enfrentaban a penas de cárcel, pero acabaron de construir el muro ellos mismos, ladrillo a ladrillo, y volvieron a casa para celebrar la Navidad con sus familias.

Hoy, aquí se juntan las mesas de mezclas radiofónicas y los podcast con los amplificadores analógicos y las viejas cintas. Cintas que ahora se intentan salvar del tiempo mediante su conversión digital. En junio del año pasado, Radio Egida consiguió que la Unión Europea destinara algunos fondos a la recuperación digital de los cientos de grabaciones que almacena desde el siglo pasado. Su intención es crear una hemeroteca que pondrán al alcance del público en Internet. Así salvarán del polvo y el tiempo programas que en algunos casos tienen valor histórico.

A la espera de ser digitalizadas, las cintas esperan en una sala que recibe el nombre de “museo” (muzeum en polaco), inscrito en su espesa puerta acolchada. Entrar es como un viaje a un dormitorio juvenil de los setenta: sus paredes parecen tapizadas por viejos pósters que guardaron los estudiantes. Una máquina de escribir dormita sin sobresaltos al lado de la puerta amarilla que dio acceso durante años a la emisora, no muy lejos de fotos o premios que hablan de los sueños de los que por allí pasaron.

Sobre los grafitis, Aksamit cuenta que se hicieron durante el festival Juwenalia de 2007, cuando él era aún estudiante. Las fiestas del Juwenalia  se extienden a lo largo de varios días en todas las facultades polacas, antes de los exámenes finales. “Queríamos decorar el campus así que pensamos en un concurso de grafiteros. Les pedimos específicamente que este dormitorio tuviera uno dedicado a Radio Egida”, explica  con detenimiento. Añade que aunque la autoría del de Radio Egida es amateur, muchos de los grafitis están hechos por el grupo polaco NieTak, que entonces era desconocido, pero ahora es famoso en el mundillo y tiene su propia compañía.

Bajo su piel de ladrillo y pintura, Radio Egida late movida por un corazón múltiple que la convierte en una voz de voces. Dzień dobry, Katowice. Estás escuchando Radio Egida.

2 COMENTARIOS

  1. Esta nota de prensa que Clara Rodríguez envió al periódico sobre la importancia que radio Egira tiene para los estudiantes de la U de Kattovice nos da idea de lo interesante de su utilidad y que se siga potenciando su existencia.

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