ANDREA MARCILLA CARRANZA  |  Fotografía: Marina Lajo  |

El curso académico 2020/2021 daba comienzo el pasado 28 de octubre en la Universidad de Valladolid y, con ello, el año que más incertidumbre genera en los estudiantes. Desde que hace siete meses se decretara el estado de alarma, miles de alumnos se ven obligados a hacer frente a una ‘nueva normalidad’. En consecuencia, tienen que crear nuevas rutinas para adaptarse a estas clases.

Muchos de ellos luchan a contracorriente para lidiar con la famosa semipresencialidad. Los horarios caóticos a los que deben enfrentarse día a día provocan grandes niveles de estrés entre los jóvenes. La mayoría asegura no adaptarse a la educación online por  diferentes motivos, como la falta de concentración o la carencia de la vida social que proporciona la docencia presencial.

A pesar de ello, afrontan este nuevo desafío con una sonrisa y mucha ilusión, así como en el apoyo del importante factor de la organización. Para ello, cuentan con recursos como calendarios y horarios. Estos mecanismos refuerzan la concentración y fomentan su independencia, a la vez que les proporciona la constancia que una reunión de Teams no puede aportar por sí misma .

Además, es necesario entender la distinción entre espacios de la casa para crear un buen ambiente de trabajo alejado de distracciones o zonas con fines lúdicos. De este modo, la mente asocia ciertos lugares a momentos que requieren mayor concentración y facilita la rutina de estudio.

También son imprescindibles los descansos, ya que al estar en casa las distracciones son inevitables. Al descansar, se recuperan los esfuerzos invertidos en el estudio, restauran la energía y retomar la actividad con mayor eficacia.

Otra de las claves es evitar la procrastinación. Este hábito muestra una conducta protectora y evasiva ante situaciones que no están bajo nuestro control, como es una pandemia a nivel mundial. Esto, sumado a los anteriores consejos, aumenta la concentración en el trabajo y garantiza su calidad.

Asimismo, los estudiantes son los que deben fomentar su autonomía ante esta situación. La docencia desde casa provoca muchas más distracciones y una menor retención de contenidos. Esto supone que sean los jóvenes quienes deben esforzarse para sacar el curso adelante.