ALEJANDRA ABAD GARCÍA
Patricia Marín, es una profesora titular de Literatura Española en la Universidad de Valladolid. Se licenció en 2005 y doctoró seis años después en Filología Hispánica obteniendo Premios Extraordinarios por la Universidad de Valladolid. La mayor parte de sus investigaciones se sitúan en el Siglo de Oro, con especial interés en Miguel de Cervantes. Desde 2007, ha sido investigadora de 5 proyectos nacionales y 2 regionales, además de haber sido beneficiaria de una Beca Leonardo. Ha publicado seis artículos, cuatro libros y diez capítulos de libro. Su tesis doctoral la realizó en la Universidad de Valladolid “Corte literatura en la España del siglo XVI: estudio y edición epistolario inédito del cardenal Ascanio Colonna con escritores españoles “(2011). Ha participado como ponente y conferenciante en más de cuarenta congresos científicos en universidades de España, Italia, Francia, Portugal, Estados Unidos, México y Suiza.
¿Desde cuándo comenzó a tener gusto por la literatura española?
Desde el colegio, desde muy pequeña me aferraba al libro como a un objeto mágico.
¿Podría describirnos su experiencia en la Universidad de Valladolid?
Me licencié en Filología Hispánica en 2004 y empecé mis estudios de doctorado y terminé en 2011. Después de doctorarme comencé a trabajar como investigadora postdoctoral en España, Estados Unidos y en Italia. Regresé a España con contratos postdoctorales y tras recalar en diversas universidades en esos diez años, en 2021 regresé a la UVa. Ya era profesora titular en la Universidad de Burgos, pero surgió la oportunidad de volver a la Universidad de Valladolid y volví.
Usted ha sido investigadora durante varios años ¿Cómo definiría el papel de un investigador?
Al comienzo te insertas en un proyecto de investigación o te sumas a una línea de investigación de un profesor y te vas familiarizando con la diciplina, con la bibliografía, con tu ámbito de investigación y se tarda años a llegar a tener un cierto conocimiento del campo. No hablamos de lo que se tarda en ser autónomo como investigador, es decir, en tener las aptitudes y capacidades que se necesitan para llevar a cabo una investigación con rigor, solvencia y llevarlo al punto de originalidad y aportación en el campo que sea significativo y que impacte en la propia área. Lleva muchos años, una formación intensa a tiempo completo.
Según su punto de vista ¿Cuál sería el vínculo entre la literatura española y el grado en periodismo? ¿De qué forma piensa que se complementan ambas?
Hay muchos vínculos entre literatura y periodismo. Literatura y periodismo son inseparables en muchos aspectos; desde cuestiones relaciones sobre cómo se constituye un texto a cómo se argumenta. Periodismo y literatura hacen uso de la palabra como herramienta. Además, hay muchos puentes. Pienso en los vínculos que muchos escritores tienen con el periodismo. Uno de nuestros grandes escritores o escritoras son colaboradores habituales en la prensa nacional y regional, y a su vez el periodismo tiene una vertiente que puede ser la de la difusión cultural que tiene que ver con el conocimiento de la literatura y su relación con el contexto histórico y social. Además, es inseparable el nacimiento del periodismo. Nace de la mano de grandes plumas de la literatura. Pienso, por ejemplo, en el gran ejemplo de Larra. Los escritores de la generación del 98 y su colaboración en la creación de opinión entorno a las preocupaciones y problemas españoles a finales del XIX. También tienen un pie en el contexto en el que se inscriben, es decir, en los problemas subjetivos que nos conciernen a todos. Un buen periodista tiene que ser un gran lector de historia, de literatura y de ensayo. Se me hace imposible concebir un buen periodista, una buena pluma, una capacidad argumentativa en alguien que no se empapa a diario de textos que no derivan únicamente de la prensa, sino del ámbito filosófico, de la historia y de la literatura.
¿De qué forma alentaría a los estudiantes de periodismo para que se interesasen por la literatura de nuestro país?
Ya no solo por la literatura española, sino más allá. El siglo XXI, es un siglo que debe ir más allá de las literaturas nacionales entendidas como conceptos estancos. En el caso de la española, pienso en Juan José Millás y sus columnas en El País, que tienen un pie en lo que sucede, en lo que pasa en el día y tienen otro pie en la literatura. Si a alguien le gusta sus columnas, le gusta la literatura. Si a alguien le gusta las columnas de Elvira Lindo, le gusta la literatura. Además, de estas dos, Eduardo Mendoza y Javier Cercas son de las grandes plumas que tiene el periodismo actual en el ámbito de la opinión y del pensamiento. La formación de un periodista que no lee literatura es algo que se me hace una pluma frágil, limitada e insuficiente. Alentar no se si es la palabra, yo diría que es casi una obligación.
El pasado viernes estuvo en la Facultad de Filosofía y Letras la psicoanalista Vilma Coccoz. ¿Cómo es el proceso de preparación de este tipo de conferencias?
Lleva mucho trabajo. El primer chispazo es la idea, el deseo; cómo me gustaría invitar a esta persona por la razón que sea. Después hay que esperar a que la coyuntura sea favorable, es decir, que haya financiación. En este caso surgió de la Unidad de Igualdad de la universidad que con motivo de los actos del 8-M lanzó una convocatoria de ayudas para todos aquellos que quisieran llevar a cabo una actividad vinculada a las actividades del 8-M. A mí se me hizo la conexión inmediata entre los temas que trata Vilma Coccoz y esta oportunidad de financiación. Escribí a Vilma Coccoz, a la que no conocía personalmente, me presenté y le dije que estaba muy interesada en sus textos y en su trayectoria, y que trabajaba en el departamento de Literatura Española de la Universidad de Valladolid. Le dije que había surgido una oportunidad de financiación. Ella aceptó la invitación gustosa a la esperaba que esto se aprobase. A partir de ahí, elaboré los documentos pertinentes para solicitar la financiación y la contestación fue inmediata y favorable. Comienza un proceso de burocracia, comunicación con la conferenciante, con la Unidad de Igualdad, con servicios audiovisuales de la UVa, con decanato, el diseño del cartel, su impresión y difusión en redes. Llevar esto con cuidado en todas las fases son muchas horas de trabajo, pero merece la pena cuando la sala esta como el otro día, tan poblada, de gente joven en una perspectiva tan nueva como la que estábamos intentando traer. Es un proceso que lleva meses, pero al final merece la pena.
¿Tiene preparada alguna conferencia en los próximos meses en la facultad?
Inmediatamente no porque es preferible ir poco a poco. Ahora estamos organizando en mi grupo de trabajo del departamento un Congreso Internacional que dedicaremos al autor en las literaturas hispánicas desde muchas perspectivas de carácter internacional con un Comité Científico asesor muy amplio de universidades españoles y extranjeras. Va a celebrarse a finales de septiembre de 2023. Ahora estamos en la fase de aceptación de ponencias, en la fase inicial recibiendo inscripción. Lleva prácticamente un año, tiene otra dimensión.
¿Cómo animaría a los estudiantes a participar en este tipo de iniciativas?
Es muy buena pregunta. Es fundamental que vosotros manifestéis vuestros intereses; de qué tenéis ganas de hablar, de qué os gustaría saber más, a quién os gustaría escuchar. Aunque los profesores tenemos ideas e iniciativas, estamos muy abiertos a escuchar iniciativas de vuestra parte. Es fundamental que vosotros deis el paso de pedir actividades en una dirección u otra con los profesores que consideréis más afines. Además, sin vosotros este tipo de actividades no tienen sentido. La actividad que organicé era gratuita, pero detrás hay mucha financiación y el interés que hay en generar dialogo, en enriquecer los discursos habituales, en aportar nuevas perspectivas. La universidad no es ir a clase y coger apuntes. Es mucho más, debe serlo. Tiene que ser un lugar que busque la universalidad en el sentido de compartir todo lo posible, dialogar, enriquecerse uno de otro, poner a dialogar a los ámbitos de estudio y no quedarnos cada uno en nuestra asignatura y en nuestra carrera sino entablar algo y ver que se está haciendo en filosofía y ver lo que hacen los de historia o literatura. La universidad debe encaminarse a ser una experiencia vital e intelectual que nos marque. Debe ser muy distinto a ir al instituto. Tiene que ser un lugar de experiencia y relación con otros, con gente que piensa distinto, de debate, de someter ideas a examen. Un lugar de estar lo más en contacto con el siglo XXI, es decir, con las cuestiones que nos atraviesan y que están en los periódicos, en las manifestaciones; lo que preocupa, lo que está aconteciendo en el mundo. Ojalá podamos revertir este estado de pasividad en el que tanto alumnos como profesores nos limitamos demasiado a menudo en cumplir con una serie de mínimos. Esta serie de mínimos de cubrir el expediente. Tenéis que pedir, que aspirar a esa experiencia de la universidad como un mundo plural, de debate, de intercambio, de crítica. Eso se hace de viva voz, poniendo el cuerpo, yendo a conferencias o pidiendo a profesores si se puede invitar a ese alguien del campo que os interesa de manera online, que a veces facilita el trabajo. Pero, sobre todo, de forma presencial, la universidad como un lugar donde poner el cuerpo y el intercambio. Yo más que animar, sería un deseo muy potente y yo haré todo lo posible para proponer actividades que interesen de verdad, actividades que conecten con vuestros intereses que son al fin y al cabo los nuestros también.