ESTHER OLIVARES PÉREZ | Fotografía: Esther Olivares Pérez |
El terrorismo se convirtió, el pasado viernes, en el tema más comentado en la Universidad de Valladolid. Con motivo de la publicación del libro “Memorias del Terrorismo de España”, el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, la Asociación de Prensa de Valladolid y el Colegio de Periodistas de Castilla y León prepararon una larga jornada cuyo tema central era el terrorismo.
Así, el viernes 9 de noviembre, comenzaban, las 9 horas en la Facultad de Filosofía y Letras, unas jornadas tituladas “Fotoperiodismo ante la violencia terrorista”, en las cuales hicieron acto de presencia algunos fotoperiodistas como Fidel Raso, fotógrafo del Diario 16 y fotoperiodista en tiempos de ETA, o Ángel Ayala, fotógrafo del Diario de Burgos cuya labor en estas jornadas fue centrarse en una visión mucho más regional del terrorismo.
La conferencia duró aproximadamente tres horas y media culminando sobre las 12:40h con la aportación de Ramon Gómez, jefe de fotografía del El Norte de Castilla. A pesar de todo ello, estas jornadas no fueron más que una aperitivo que sirvió de introducción, ya que el evento principal del día seria la posterior presentación del libro “Memorias del Terrorismo de España”, un libro que cuenta con 64 coautores entre los que destacan, el ya nombrado fotoperiodista, Fidel Raso.
Así, a las 19h en la Sala de Grados de la Facultad de Derecho tuvo lugar la presentación de dicho libro. A ella acudieron una gran variedad de especialistas en el tema y colaboradores de dicho libro. Entre los Javier García Medina, director del Observatorio de Derechos Humanos de la Uva, fue el encargo de presentar el acto, hecho que explicó diciendo que era “una deuda que se tenía con las víctimas del terrorismo.”
Tras su intervención, comenzaron las aportaciones del resto de participantes. En primer lugar, habló Raúl López Romo, historiador y coordinador de libro. Éste comenzó su aportación desde el punto de vista de su labor como profesor de Derechos Humanos, aclarando que este libro tiene un gran valor académico ya que “en muchas ocasiones los alumnos conocen muy bien las normas, pero este libro lleva al detalle y está lleno de sin razones (…) Es una gran aportación a la memoria y para los jóvenes herederos de esta esta vivencia tremenda.” Para él, “las victimas necesitan verdad, justicia y reparación, tanto las víctimas directas como las indirectas” y cree fielmente que este libro forma parte de esa reparación. Su aportación no fue muy extensa, pero le dio tiempo a calificar a dicho libro de muchas maneras entre las que destaca su capacidad de manifestar una “valentía silenciosa”, puesto que, tal como añadía, “estas víctimas han sido silenciadas.”
Como dijo Raúl López Romo, este libro se caracteriza por una tremenda humildad puesto que se compone de “pequeñas aportaciones” de los 64 coautores de dicho libro. Uno de ellos estuvo presente también en dicha presentación, Fidel Raso, el cual no pudo decir gran cosa, ya que la emoción le superó y rompió a llorar en dicho acto sin poder pronuncia palabra. A pesar de que posteriormente el director Javier García le volviera a dar la palabra tras tranquilizarse, lo único que pudo decir es que a pesar de ser coautor de dicho libro “quizá no esté preparado para estar en esta mesa”. Para él, “estar con las víctimas en el momento que descubren que son víctimas te cambia la vida”, y eso fue lo que le impidió poder seguir hablando.
Por este motivo la presentación fue bastante breve, pues media hora después de su comienzo estaban ya por la parte final del evento. Momento en el que Lucia Ortega Lara, hermana de José Antonio Ortega Lara y coautora del libro, comenzó a hablar. Pero de forma diferente a las intervenciones anteriores, ya no se trataba de un monólogo, sino un diálogo de preguntas y respuestas que realizaría junto a Javier García. En este diálogo pudo contar con total emoción todo el «shock» que resultó para ella lo vivido por su hermano durante el secuestro. Pues trabajaba en un kiosco de prensa y durante esa época “la información era saturadora”, lo que hacía que se agobiara mucho más a pesar de que la sociedad era muy respetuosa con todo lo ocurrido. En cuanto al libro, para ella también se trata de un “reconocimiento hacia víctimas” puesto que, tal como aclaraba, una de sus mayores preocupaciones es que todo esto quede en el olvido, a lo que añadió que “la violencia nunca es el camino para resolver las cosas”.