Jerónimo Díez Gómez expone su más sincera percepción del periodismo tras cinco años de carrera
Un aventurero, estudiante de Periodismo, emprendió un viaje con la Orquesta Sinfónica de Valladolid en una de sus muchas escapadas, en este caso, con destino a Bélgica.
Micrófono en mano y cámara a cuestas, se dispuso a iniciar una de las aventuras más gratificantes de su vida. Su labor como presentador de la orquesta y las crónicas de aquel viaje no se convertirían en meros recuerdos…
En el aeropuerto belga de Charleroi, los operarios obligaron a algunos músicos a sacar de sus fundas los instrumentos que llevaban consigo. Todos se mostraron indignados ante la situación, “parece que creen que vamos a matar a alguien”, comentó el joven. Ahí, en ese preciso instante, es cuando ese estudiante de Periodismo, Jerónimo Díez Gómez, se dejó llevar por sus impulsos. “Saqué la cámara y me puse a grabar todo lo que estaba ocurriendo, me crecí ante aquella situación”. Para Jero, este tipo de momentos son los que permiten que uno se dé cuenta de que lleva el don de la comunicación en los genes. “Lo harás bien o mal, pero te sale”.
Con un café entre las manos y un sinfín de historias en el tintero, comenzamos una distendida conversación de la que emanan ideas que quizá, para muchos de vosotros, no caigan en saco roto…
Jero opina que el periodismo posee dos patas ficticias: una teórica y otra práctica. “Un periodista sin conocimientos no tiene nada que aplicar, pero un periodista que no aplica está muerto”. Su vida académica se ha visto reforzada y sustentada sobre esas dos patas.
Cuando aún no era estudiante de Periodismo, le propusieron ser presentador en la Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid (la JOSVa). “Amo hablar en público, por lo que la respuesta era evidente”. Poco a poco, incrementó su actividad en el marco institucional de la orquesta: “allí llegué a ser secretario de prensa durante un año y medio”. Además, llegó a presentar el Concierto de Navidad del año 2010 en el Auditorio Miguel Delibes, ante más de 1.700 personas. “Es como se aprende a ser periodista realmente, en gerundio, HACIENDO cosas”.
Posteriormente, comenzó en un taller de radio generalista, denominado Onda Joven Radio, ubicado en el Instituto Leopoldo Cano. Jerónimo decidió potenciar, junto a cuatro compañeros más, los deportes. “Lo que empezó siendo un taller se convirtió en un programa, de un programa pasamos a dos y de dos nos lanzamos a hacer retransmisiones de baloncesto”.
La plantilla de Onda Joven no es numerosa, “si fuéramos más se podría hacer una radio más completa, pero, aún así, los que somos nos esmeramos bastante”. En las retransmisiones tienen predefinida la función de cada miembro. Cada uno de ellos posee un deporte asignado. El encargado es el narrador, quien gestiona todo y nombra: un inalámbrico y un comentarista. “Me encanta el baloncesto aunque, por circunstancias ajenas a mí, soy comentarista y no narrador”.
Jero concibe la radio como una responsabilidad, complementaria a la carrera. “No cobramos, pero nos los tomamos muy en serio, como un trabajo más. La radio es muy altruista”. Díez considera que la radio le ha aportado un toque de humildad, una forma de abrir los ojos y darse cuenta de que existen personas que te pueden dar mil vueltas, en todo. Pero este medio no solo ha impregnado su vida de manera positiva, “con la radio he aprendido mucho, pero también he llegado a estar verdaderamente agobiado”.
Díez Gómez reconoce, con franqueza, que tuvo que marcarse un límite y organizarse, sobre todo destacó el realizar otro tipo de actividades, ajenas al periodismo, con el fin de desconectar.
El afán por reforzar sus conocimientos teóricos hizo que, durante el pasado verano, realizara prácticas para el Grupo Promecal, en RTVCYL7. Guarda un grato recuerdo de aquella experiencia. “Yo escogí la empresa y cobré 1.080 euros. Conservo, con especial cariño, reportajes que hice”. El hecho de probar ese mundillo le permitió darse cuenta de en qué campo le gustaría realmente profundizar. “Creo que la televisión es muy sacrificada, una sola persona tiene que: editar, copiar, pegar, bajar…”.
En definitiva, esta experiencia le ayudó a esclarecer sus pensamientos y a orientar más su futuro laboral. “Quiero hacer radio, de pequeño ya me decían que tenía buena voz”, comentó entre risas.
Jerónimo, a lo largo de la entrevista, hizo evidente su gran vocación, nutrida por su fortaleza y optimismo. No se achanta ante las críticas, ya que admite que si lo hiciera nunca triunfaría. “El acierto del periodista está en ver su propio límite y en asumir que se puede equivocar”.
Su ilusión por superarse es infinita: “el periodista jamás termina por aprender, ni el que tiene veinticinco años, ni el que tiene cincuenta y cinco; no existe el periodista perfecto”.
Admite que cada vez que habla, a través de la radio, o que dirige su mirada, hacia una cámara, imagina la cantidad de personas que le pueden estar escuchando o viendo y se crece.
A pesar de su gran dinamismo, Jero Díez tiene en mente ir poco a poco…
Su meta, a corto plazo, es terminar la carrera. Con posterioridad, afirma querer trabajar íntegramente en un ámbito que le guste, pero tampoco opina que sea recomendable ceñir su vida, al cien por cien, a una sola cosa, porque “si no trabajas en lo que quieres y donde quieres puedes terminar frustrado”.
La entrevista concluyó con nuestros respectivos cafés fríos e intactos y con una frase que resume la esencia de este estudiante de quinto de licenciatura en periodismo: “el periodista se tiene que sentir digno y útil. En el momento que no perciba ninguna de las dos cosas, le ocurre que: o no está contento con lo que hace, o lo que hace carece de sentido alguno”.
Alicia Casas Marcos.
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