PAULA GÓMEZ RODRÍGUEZ | Fotografía: Pixabay |
¿Existe realmente un juego responsable? Al buscar en Internet la palabra ludopatía aparece como una enfermedad que se caracteriza por un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar apostando dinero. Se considera como un fracaso el caer en la adicción propuesta por los lobbies de las apuestas. Con el objetivo de poner fin a este problema, cada 17 de febrero se ‘celebra’ el Día Internacional del Juego Responsable. Nadie mejor que las propias víctimas de los juegos de azar puede conocer el dolor y el sufrimiento que las consecuencias del juego pueden llegar a provocar en sus vidas.
La psicóloga Marisa Seewald, explica que ‘el juego responsable hace referencia a una elección que hace el jugador siempre teniendo en cuenta sus circunstancias personales, económicas y de salud, de manera que pueda jugar, pero de manera controlada’. También dice que los jugadores tienen que entender que el juego debe ser visto como un entretenimiento y no como una forma de ganar dinero.
Pero, ¿quién le impide a un niño de tan solo 14 años, que se ve con la opción (idealizada) de ganar dinero de manera fácil, rápida y sin más esfuerzo que pulsar un botón al azar, que no lo convierta en rutina? Nadie. Ni su situación económica, ni su familia, ni mucho menos su cabeza llena de inocencia y ganas de tenerlo todo. Nadie puede hacerlo porque así están pensadas las empresas de casas de apuestas. Dinero, dinero y más dinero. Una frialdad que seguramente no tendrían si fuesen sus hijos los que, siendo menores o no, empezasen a gastar su paga de la semana en la máquina tragaperras del bar y terminasen por pedir préstamos que en ningún caso ellos solos van a poder devolver.
La ludopatía es el antónimo de un juego responsable que, sin tener límites marcados deriva en la primera en la mayoría de los casos. Tan solo en España, 400.000 son las personas que sufren esta adicción, la tasa más alta de toda Europa. Lo llamativo y a la vez lo esperado por las manos que manejan estas grandes empresas, es que la media de edad es jóvenes entre los 14 y 21 años. ¿Buscarán los lobbies de las apuestas manos inocentes y sin capacidad perspectiva de manera intencional? Cada uno que juzgue por sí mismo.
Sobre las causas que propician a los jóvenes a adentrarse en este mundo, se encuentra como uno de los motivos principales aliviar la tristeza o la ansiedad. Esto es una culpabilización directa de la víctima, por engancharse a un sistema de juegos tan bien organizado, que es casi imposible no caer en algún momento. La ludopatía es una enfermedad como también lo son el alcoholismo o la adicción a la heroína. No se puede culpabilizar a un alcohólico cuando se le ofrece un vaso de whisky, cuando va a comer a un restaurante, cuando está viendo la televisión o cuando va a un partido de fútbol. Es lo que pasa exactamente con la publicidad de las casas de apuestas.
La responsabilidad de las adicciones y de sus consecuencias recae sobre muchos factores, pero nunca sobre las víctimas que las sufren. Responsabilidad. Una palabra muy irónica en este campo.
Tan responsable es Fernando Prats, Director de Área de Ordenación y Control del Juego de la Comunidad de Madrid, que en 2018 proponía la posibilidad de cambiar la legislación para que los bares y restaurantes que ya tuviesen máquinas tragaperras, tuvieran también las nuevas máquinas de las casas de apuestas deportivas; como lo es Florentino Pérez, que tras ‘barajar’ vetar el sector de las casas de apuestas por la mala reputación que provocaba la vinculación con el Real Madrid CF, decidió cerrar más contratos con empresas del sector como Codere, Betfair, BetGhana o Manbetx.
Tras ello, el club pasó a ingresar 10 millones de euros al año de la industria del juego. La historia se repite. Dinero, dinero y más dinero. ¿A cambio de qué? De vidas, vidas y más vidas.
Cientos son los y las ludópatas que buscan ayuda desesperada para salir del infierno que esconden las rojas luces de las casas de apuestas. Muchos lo consiguen. Desgraciadamente, otros tantos se quedan por el camino.
Según Javier Urra, el psicólogo forense de la Fiscalía del Tribunal Supremo de Justicia de Madrid, el año pasado el índice del suicidio se incrementó seis veces más en las personas adictas al juego.
Un joven gallego que contó su historia y con la que logró ayudar muchas, muchas personas en su misma situación, al hacerse viral, escribió una canción, con la que removió muchas conciencias.
Esta dice algo así: ‘vendí mi vida al azar dejando mi mundo roto. Apostar, mi día a día. Las cuotas eran mi foco. Para comprar la gasolina tuve que vender mi moto. Hasta pensé en el suicidio, pero se pagaba poco’.
Hasta pensó en el suicidio, pero se pagaba poco. Hoy en día este joven sigue luchando paso a paso, con éxito, para desintoxicarse de una adicción impuesta siendo un niño.
Luchemos de su mano para que no haya más vidas echadas al azar.