LUCÍA MERCHÁN ÁLVAREZ  |  Fotografía: Pixabay  |

En África, cuando un anciano muere es una biblioteca que se quema.

Estas palabras de Malí Amadou Hampâté Bâ traducen el valor de la vida y la memoria humana, así como, la necesidad y urgencia de su preservación. Hoy, 23 de abril, se reivindica el Día Mundial del Libro y con ello, la historia que se esconde tras él. La del ser humano que con su pluma ha abierto la puerta a la imaginación, al conocimiento, a la sensibilidad, al amor… Y es que, sumergirse en el apasionante mundo de la lectura es como una terapia para la salud.

Más de 90 años después de la declaración de la Fiesta del Libro Universal, su conmemoración es igual de necesaria. Y, sobre todo, ahora. Pues, el relevante papel que han jugado los libros durante la pandemia ha ayudado a combatir el aislamiento, ampliar horizontes e incluso a reforzar lazos, al tiempo que estimulaba las mentes y la creatividad.

Durante el mes de abril y todo el año, es esencial rememorar la importancia de la lectura, promover el amor hacia la literatura y su crecimiento. Además de fomentar la protección de la propiedad intelectual y de la industria editorial.

Historia y origen

Esta fecha no fue escogida al azar. El nacimiento de la efeméride surgió durante una Conferencia celebrada por la UNESCO en París, en el año 1995, a petición de la Unión Internacional de Editores. Su simbólica representación literaria es mundial, ya que coincide con la muerte de tres grandes escritores: William Shakespeare, Miguel de Cervantes y Garcilaso de la Vega.

En España, la celebración del Día del Libro viene de mucho más atrás. Se remonta al 6 de febrero de 1926, cuando Alfonso XIII, a través de un decreto, imponía el 7 de octubre como día oficial de dicha celebración, fecha que coincidía con el nacimiento de Cervantes. Y fue en este mismo año cuando se festejó por primera vez en Barcelona.

Sin embargo, cuatro años más tarde, en 1930, la fecha sería modificada para concordarla con el día del fallecimiento del escritor universal. Fue entonces, cuando pasó al 23 de abril. Con los años, la Feria del Libro comenzó a adquirir cierto prestigio en todo el país. Además, en Barcelona este día coincidía con la celebración de Sant Jordi, la fiesta de los enamorados.

Sin embargo, esta tradición popular basada en regalar una rosa a las mujeres, y a la que más tarde se le añadió la costumbre de dar un libro al hombre, terminó por ser acogida por el resto de España. Pero, con la extensión de su apogeo, también se ha ampliado la lista de obsequiados a todas aquellas personas queridas independientemente de la relación que las una.

Un progreso cultural: la literatura como resiliencia

La pandemia del COVID-19 ha alterado la vida de toda la población, y en el sector cultural, tampoco ha sido una excepción. Aunque, para su sorpresa, a diferencia de los estragos que se han producido en el mundo artístico, en el literario ha tenido el efecto contrario. Pues, la lectura ha recuperado posiciones en sus ingresos al funcionar como salida de escape de la situación actual.

En marzo de 2020, mientras el planeta entero enmudecía, la gente que causaba su bullicio se vio obligada a encerrarse en casa. La cuarentena se prolongó tres meses, tiempo que las familias aprovecharon para descubrir nuevos hobbies o retomarlos.

Una de estas actividades fue la lectura, cuyo sector se había visto perjudicado varios años atrás. A pesar de que la literatura no ha sido el entretenimiento más demandado durante la cuarentena, es cierto que su consumo se ha visto incrementado. Además, buscó la forma de mantenerse presente tras el confinamiento y lograr hacer frente a las medidas de restricción impuestas para controlar el virus. Sin lugar a dudas, los libros han sido un salvavidas en tiempos de pandemia.

Las dos caras de la moneda: el escritor y el periodista

Literatos, como el abogado y escritor Óscar de los Reyes, no dejaron pasar la oportunidad que les brindó el encerramiento para escribir. Entre sus planes de futuro se encuentra la publicación de su séptima novela, que a pesar estrenarse en una complicada realidad, se muestra optimista respecto a la acogida esperada.

Confío en la nueva normalidad. Y aunque no pueda recorrer todos los sitios en los que me gustaría presentar mi libro, creo que el uso de las nuevas aplicaciones informáticas y de las redes podría ser una buena opción. Además, espero que la gente prosiga con el hábito de leer, actividad que considero esencial para el ser humano.

Fotografía: Intsagram

Por su parte, Clara Nuño, la periodista cultural del ABC de Valladolid, aclara que `leer es un placer´ y que es cierto que `la literatura enseña, pero también es un gozo´. Además, para afianzar sus palabras recomienda varios libros que `todo el mundo debería leer´.

Fotografía: Biblioasturias

Dentro del mundo periodístico, las aserciones sobre la lectura son muy acertadas. Tino Pertierra, estudió periodismo, publicó varias obras, y ahora, trabaja en La Nueva España. Admite que siempre quiso ser escritor y que llegó a la profesión de informador por consejo de un profesor. `Leer era la mejor forma de viajar y echar a volar la imaginación´ asegura. Aunque, esclarece que `actualmente es el periodismo quien me permite acceder a territorios apasionantes´.

De la misma rama, Christian Franco, escritor y periodista de la Nueva España, recomienda `leer de todo un poco´. Para él, complementar el periodismo y la literatura es tarea fácil, pues defiende que `los retos éticos que uno se encuentra a la hora de escribir son bastantes similares para ambas profesiones´. Asimismo, añade que cada 23 de abril es un homenaje a su labor, a los prejuicios y perjuicios que cuya profesión les somete y las resistencias que tienen que abordar. Defiende, que a pesar de que el periodismo está en un `momento oscuro´, tiene fe de que todo pase y vuelva a su esplendor.

La pandemia ha hecho que los libros recuperen su importancia. Pero aún queda compromiso por parte de todos; ciudadanos e instituciones, para preservar el patrimonio de la cultura y apoyar a las bibliotecas y librerías, que también deben sobrevivir y ser cuidadas, como alimento espiritual de nuestra sociedad.