CRISTINA MARTÍN SÁNCHEZ | Fotografía: Cristina Martín |
“Las olas vienen y van, pero siempre queda agua en la playa”. Una frase recitada por la política y abogada, Cristina Almeida, durante el primer día del curso ‘Feminismo: historia, presente y retos ante las nuevas estrategias patriarcales’. Un enunciado que se repitió al inicio del segundo día de ponencias. La jornada tuvo como protagonistas a la Socióloga y Profesora de Universidad de la Laguna, Esther Torrado Martín-Palomino y al Filósofo y Profesor de la Universidad de León, Enrique Javier Díez Gutiérrez, bajo los títulos: “Pornografía. Prostitución y Trata: Una alianza necesaria para el sistema prostitucional” y “Rearme patriarcal y codificación de las mujeres. El papel de los hombres”.
El aula 2 de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid ha sido el lugar elegido para llevar a cabo la cita. A las seis menos cuarto de la tarde la Facultad mostraba un aspecto poco habitual, pero a la vez propio de las fechas que marca el calendario. Sin embargo, el vacío de los pasillos contrastaba a la perfección con el lleno absoluto del aula, en la que comenzaría a las 18:00 horas la ponencia. ¿El color de la tarde? el morado. ¿El tema? la prostitución, la pornografía y la trata.
Esther Torrado fue la encargada de comenzar con su ponencia. De principio a fin intervino segura, y con voz clara. El negocio de la prostitución fue el tema, sin embargo la profesora quiso hablar del lado oculto, del que nadie comenta. “El foco nunca se pone en todos los puteros que han abusado de esas mujeres de origen nigeriana, ni en los proxenetas o empresarios del sexo”, afirmó Torrado, quien también comentó la interpelación entre la prostitución y la trata. “Se invisibiliza el fenómeno para no poner en peligro los fines lucrativos”, prosiguió.
Las mujeres son las grandes víctimas de este gran negocio, la mayoría vienen de países pobres. “Las calles se llenan de mujeres jóvenes, racializadas y procedentes de países despobrecidos”. Un negocio barato, al que Torrado definió como “multinacional”, cuyo consumo resulta asequible para los clientes y en el que “las mujeres se convierten en meras mercancías al por mayor”. El lenguaje, los estudios sobre la opinión de la ciudadanía, el fuerte incremento de la trata y de la prostitución y las críticas a las políticas del estado en esta cuestión fueron también protagonistas del discurso, que terminó con una conclusión clara por parte de Tarrado: “Yo creo que la prostitución es una clave del fracaso de las políticas de estado”.
“La pornografía no deja de ser la pedagogía de la prostitución”, con una afirmación de Rosa Cobo, comenzaba su intervención Enrique Díez, quien decidió dividir su discurso en tres partes, centrándose en la imagen colectiva sobre la prostitución, el foco y el sexo. “El 99% de las prostitutas no acostumbran a hospedarse en la Suite del Palace y sobre todo con un tipo guapísimo. Olvidarnos de la imagen de la película”, declaró Díez en referencia al filme Pretty Woman y a su imagen. El filósofo quiso centrarse en la figura del hombre, “¿qué pasa con nosotros los hombres?, porque o somos parte del problema o de la solución. No hay término medio”.
El profesor quiso también dejar clara la diferencia entre prostitución y sexo, subrayando que la prostitución no es una práctica sexual. Díez terminó su intervención hablando de la regulación de la prostitución como profesión y de las consecuencias que esta decisión acarrearía en la sociedad. “En la escuela el compañero de pupitre sabrá que si tiene dinero, puede comprar a su compañera. Ella sabría que su nicho laboral puede ser ese, para poder mantener a su hija”. En una de sus conclusiones finales, el filósofo resaltó que para él, “el cambio pasa por plantear un sistema económico justo y sostenible que incorpore en igualdad ambos sexos”. Igualdad, se trata de eso.
