LUCÍA LORENZO MARTÍN  |  Fotografía: Lucía Lorenzo  |

Aunque el término feminización va acompañado de polémica, Raquel Quevedo no duda en usarlo durante la totalidad de la charla ‘La feminización de la política y su aplicación a la comunicación’, organizada por Beers&Politics en El Colmao de San Andrés. La feminización no solo trata de “incluir las proclamas feministas en la política”: es una política colaborativa basada en “un discurso con valores de liderazgo horizontal no testosterónicos” que no excluye a los hombres. De hecho, considera que esta feminización de la política podría convertirse, dentro de un clima de igualdad, en una política humanitaria.
Una política feminizada no excluyente es necesaria, precisamente, porque en el modelo actual hay poco espacio para las mujeres y ese espacio parece reservado para lideresas que se adaptan a un ámbito masculino. Tanto es así que recuerda que Margaret Thatcher, la que fue primera ministra del Reino Unido, recibió clases de educación de la voz para conseguir un tono más grave. Con esto queda claro que, como dijo Mary Beard, “No es fácil hacer encajar a las mujeres en una estructura que, de entrada, está codificada como masculina: lo que hay que hacer es cambiar la estructura”.
Raquel Quevedo considera que, en lugar de deshacerse de la identidad femenina, hay que reencuadrarla. La feminización de la política pasa por asumir la ética del cuidado, el poder blando y deconstruirlo para que deje de ser considerado estereotípicamente femenino; consiste “en participar en el juego y subvertir las normas”. Así lo hizo Michelle Bachelet, presidenta de la República de Chile, que en su primera candidatura ya apostaba por una política diferente, “sin corbata”, más cercana a los votantes.
Y si la feminización de la política avanza poco a poco, la cobertura de las mujeres políticas en los medios va a la zaga. Aunque Raquel ha estudiado periodismo, no duda en criticar cómo los medios suelen presentar a las lideresas como pioneras que logran una hazaña extraordinaria, o a las mujeres como “personas ajenas a la política, con las que hay que tener paciencia”. La feminización aplicada a la cobertura mediática apuesta por presentar a las lideresas como agentes de cambio en la política. Pese a todo, no duda en afirmar que las medidas son mucho más importantes que los porcentajes y lo ilustra con dos países: en Ruanda, aproximadamente el 60% de los parlamentarios son mujeres, sin embargo en Finlandia, con un porcentaje menor de mujeres en el Parlamento, la puesta en práctica de medidas que feminicen la política es más efectiva.
Cuando termina la charla y llega el turno de preguntas, Raquel asegura que hay que esperar para hablar de feminización en la política española. Asegura que algunos políticos nacionales se saben la teoría, pero se contradicen en múltiples ocasiones y fallan en la práctica.